La pasión según García Ferreras
Antonio García Ferreras se define como periodista pasional,
de izquierdas, republicano y madridista. Además, proyecta una aureola de
energía a su alrededor susceptible de electrocutar a cuantos se le
acerquen. En el plató de su programa Al rojo vivo, mientras
adopta los gestos que conforman su estilo, ordena bajar o subir la
música, conecta con diferentes reporteros, preserva un clima de intriga
taquicárdica y modera a sus tertulianos, es capaz de estar viendo, por
el rabillo del ojo, un intranscendente partido de Copa. Su tarjeta
corporativa sostiene que es director de informativos y contenidos de La
Sexta, cadena que parece consolidarse como segunda opción más vista en
Catalunya detrás de TV3. El elemento más singular de su despacho
es la reproducción en una piedra tamaño pesa un huevo del estadio
Bernabeu. Perplejo, preocupado y alucinado por la montaña rusa catalana,
Ferreras, como le llaman, dirige cada día su ARV sin dejar de
liderar La Sexta e invertir sus excedentes de energía en alimentar una
omnívora curiosidad, el gusto por la buena comida y por los cotilleos y
fingir que no le afectan las críticas de sus feroces detractores. Hemos
quedado para hablar de Catalunya, pero acabamos hablando de periodismo.
Antonio García Ferreras: Llevaba años obsesionado con el
tema de Catalunya y percibiendo que un montón de gente había
desconectado y que fuera de Cataluña había una total incomprensión.
Desde entonces hay dos palabras que intento trasladar a mi equipo:
comprender y respeto. Y digo comprender por parte de los no
independentistas y viceversa. Y luego, respeto. La Sexta no es una
cadena de Madrid sino de Andalucía o Galicia con los incendios...
Sergi Pàmies: O sea: una televisión española en el sentido no criminalizado del término.
AGF: No una televisión centralista madrileña favorecedora
del nacionalismo español expansivo. No me gustan los nacionalismos, ni
los expansivos ni los defensivos.
SP: ¿Cómo calificarías el dominio del relato político por
parte del independentismo antes y después de la proclamación de la
República?
AGF: El independentismo ha vencido abrumadoramente en el
territorio de la comunicación, de la seducción y de la estrategia
creativa. Sus responsables tácticos manejan las técnicas y los
paradigmas del siglo XXI frente a un rival gubernamental que se mueve
con métodos del siglo XIX y que cree que esto se puede solucionar a
golpe de derecho administrativo. Y por todo eso de alguna manera el
independentismo unilateral ha sido víctima de su propio éxito
comunicativo y ha acabado incumpliendo la Ley.
SP: Y lo que resulta más difícil de explicar es la
incapacidad de Rajoy y Puigdemont para, como mínimo, disimular lo mal
que se caen,
AGF: Creo que comparten la cualidad de la tenacidad
inagotable. Y ambos estaban, y están, atrapados por sus respectivos
públicos.
SP: A partir del atentado de la Rambla, muchos espectadores
han percibido que el compromiso de La Sexta con la actualidad catalana
cambia tanto en el tiempo que se le dedica como en la diversidad de
puntos de vista.
AGF: No vivimos el atentado como una tragedia de Barcelona o
de Catalunya sino como una tragedia propia. Cuando hablo de Catalunya
siempre lo hago en primera persona. Y eso implicaba entregarse. La gente
vio que estábamos aquí y nos lo dijeron entonces, después de la
tragedia, y en los dos meses convulsos que hemos vivido. Eso es muy
emocionante e implica una gran responsabilidad. También te digo: para mi
el periodismo es arriesgar. El color de la sangre del periodismo en el
que creo no puede ser un color cobarde. Y durante mucho tiempo hablar
del desafío catalán significaba que las audiencias bajaban. Se producía
un efecto rechazo. Aun así, decidimos continuar.
SP: Ahora, en cambio, parece que el peligro es que
Catalunya se convierta en un filón de audiencia para cadenas que parecen
haber descubierto el proceso independentista con cuatro años de retraso
y sin demasiados escrúpulos .
AGF: Ahora vivimos una enorme efervescencia que se irá
atemperando, Pero el conflicto sigue ahí. Y piensa que el 1-O fuimos la
única cadena que estuvo allí junto con TV3. Y ha habido grupos de poder
en Madrid que nos lo han reprochado, pero teníamos que contar la
protesta pacífica del independentismo y también los errores de quienes
deciden aporrear a la gente en los colegios o de un gobierno que dijo
que no habría urnas cuando sí las hubo .
SP: Define “reprochar”.
AGF: Enfado en importantes sectores del PP por retransmitir las cargas en el Ramon Llull, por ejemplo.
SP: Este periodismo que defines como combativo tiene dos
peligros: el sensacionalismo y que dejes de ser neutral a la hora de
informar.
AGF; Para mí el periodismo es arriesgar. Yo nunca soy
neutral. Soy rigurosamente subjetivo y aspiro a ser rigurosamente
honesto al presentar los temas. Para mí el periodismo son tres cosas:
contar lo que ocurre, desvelar lo que determinado poder oculta e
intentar ser, humildemente, una consciencia crítica incansable. Y eso
implica que a veces hay que tomar posición.
SP: ¿Eso fue lo que ocurrió en la entrevista con el
director de TV3, Vicent Sanchis, cuando le preguntaste si era
independentista?
AGF: En aquel momento era una información relevante.
SP: También lo fue la respuesta de Sanchis, que te preguntó si era normal preguntar eso.
AGF: ¿Es normal lo que están viviendo Catalunya y sus medios públicos y privados?
SP: Este episodio confirma lo resbaladizo de la situación a la que nos ha llevado la política.
AGF: Sí, y yo intento evitar el sensacionalismo. Aunque a
veces me dicen que contamos las cosas con un ritmo, una estética y unas
músicas... Pero estamos en 2017. Ya no son los tiempos de La clave, que
me encantaba, donde una respuesta podía durar diez minutos.
SP: Eso explica que te guste tanto utilizar el efectismo.
AGF: Me gusta contar la actualidad con nervio. Para mi la
pasión es lo que le da sentido a la vida. Y es nuestro estilo, inspirado
en la televisión norteamericana informativa, con mucho ritmo,
entrevistas rápidas, músicas, conexiones. El sensacionalismo es otra
cosa; es sobreactuar, hipérbole a tope que no es real. Eso no lo haremos
nunca. Pero sí lo vamos a vender a ritmo americano.
SP: O sea, que si coincido contigo en un ascensor y
te pregunto a qué piso vas, antes de responder vas a crearme la intriga
del gesto, el tono, la música dramática...
AGF: Pero al final te acabaré diciendo a qué piso voy.
SP: No sé hasta qué punto la puesta en escena puede acabar destruyendo los contenidos.
AGF: El equilibrio es la clave. La puesta en escena no
puede desvirtuar el contenido y, precisamente por eso, procuro hacer
mucha autocrítica, Incluso veo a mis imitadores. Algunos son
espectaculares y, como decía Picasso, bienaventurados sean mis
imitadores porque suyos serán mis defectos. Viéndoles detecto dónde
corro el riesgo de sobreactuar.
SP: En estos meses de presencia continuada siguiendo la actualidad catalana también os ha tocado vivir momentos de tensión.
AGF: Sí. Te encuentras con que vas por la calle y te llaman
facha. Y lo vives con tristeza por pensar que estamos haciendo una
apuesta por entender lo que está pasando, con un enfado potente fuera de
Catalunya (no sólo por parte del poder sino también de ciudadanos que
cuando voy al futbol con mi padre y mi hijo me llaman independentista)
simplemente porque Jordi Évole o Ana Pastor han entrevistado a
Puigdemont o a Junqueras. Y resulta que en Catalunya también te
encuentras con esa tensión.
SP: En este contexto la campaña de “prensa española manipuladora” os debió afectar.
AGF: Es incómodo pero no nos hizo modificar nada. Y no creo
que el independentismo sea mayoritariamente violento. Lo vives con
tristeza pero forma parte del código básico del periodista.
SP: Has sido muy crítico con TVE y RNE por no ser
exquisitamente rigurosos y neutrales, pero, en la misma línea crítica,
¿te parece que TV3 ha cometido exceso de celo al defender la causa?
AGF: Creo que en TV3 hay más talento a la hora de comunicar
y llevar a cabo los programas. Y lo de TVE y RNE es tan pornográfico,
tan absurdo: la música de El exorcista o debates en los que nadie
defiende la visión independentista o la ocultación de temas para no
incomodar. En cambio, sí creo que en lo que no es estrictamente
informativo, TV3 ha sobreactuado. ¿Qué diríamos si el presentador de un
programa de TVE llevara una camiseta acorde con lo que piensa Rajoy de
una votación, una bandera preconstitucional o unas gaviotas del PP?
Diríamos que es poco respetuoso con los que no piensan igual.
SP: ¿Te sorprendió que la noche de los incendios de Galicia
La Sexta fuera la única cadena española en reaccionar y se convirtiera
durante unas horas en televisión pública?
AGF: Ante este tipo de crisis la obligación de un medio de
comunicación es reaccionar y, si hace falta, romper su programación. Lo
hicimos en Galicia con los incendios y también lo hemos hecho al ser
conscientes de que lo de Catalunya es lo más trascendente que hemos
vivido en los últimos años. Aquí hay millones de personas que han creído
que el proceso podía ser real ya. Y si estás en medio de una de la
mayor crisis de estado de la historia, no puedes actuar como si no
pasara nada. Era necesario atender algo que, a nivel de tensión y de
emoción, tiene la dimensión que tuvo la transición.
SP: En vuestros programas también se subraya el ingrediente
de la participación a través de las redes sociales. Una vez sopesado
los pro y los contra, ¿crees que banalizan o que ayudan?
AGF: Son una herramienta magnífica para la información,
pero demasiadas veces se convierten en un botellón intolerable. Yo no
estoy en ninguna red social, pero mi equipo sí está pendiente de la
substancia informativa que puedan generar. Twitter, Facebook o Instagram
pueden convertirse en un lugar en el que de un modo anónimo y sectario
un montón de gente desparrama todas sus pasiones políticas.
SP: Y han sido utilizados con una finalidad propagandística
que acaba influyendo quizá no en la opinión pública, pero sí en la
publicada. Y son el vehículo preferido de los fabricantes de odio. Por
cierto; me ha sorprendido escuchar a Federico Jiménez Losantos hablando
de ti como del gran mangoneador de todas las intrigas judiciales y
políticas, una especie de Enemigo Público Número Uno. En Catalunya,
estas voces suelen quedar reducidas a la cirugía de la burla, con cortes
pensados para reforzar la idea de una España intolerante. Pero tienen
una repercusión casi freak.
AGF: Es que son freaks.
SP: Pero en Madrid ¿cuentan con muchos seguidores?
AGF: Mira, yo llevo algunos años en el periodismo y, entre
otras cosas, conozco un poco lo que ocurrió en el conflicto entre hutus y
tutsis. Y allí había una radio, la Radio
Mil Colinas, que se dedicaba a fabricar discursos de odio. Algunos elementos que funcionan ahora en España, creo que minoritarios, podrían forman parte de la plantilla de aquella emisora. Pero ¡qué serían nuestras vidas sin esos personajes que nos difaman y nos insultan! ¿Afecta? Sólo si piensas que hay una mínima parte de gente que puede creérselo.
Mil Colinas, que se dedicaba a fabricar discursos de odio. Algunos elementos que funcionan ahora en España, creo que minoritarios, podrían forman parte de la plantilla de aquella emisora. Pero ¡qué serían nuestras vidas sin esos personajes que nos difaman y nos insultan! ¿Afecta? Sólo si piensas que hay una mínima parte de gente que puede creérselo.
SP: Pero para que lo entendamos: ¿es una opinión influyente y relevante o minoritaria y anacrónica?
AGF: Es un fenómeno muy madrileño y no mayoritario. Son
generadores de odio con la mentira como bandera. En España, desde 1492,
arrastramos una tragedia: hay una veintena de personajes que se
reproducen de generación en generación y que sólo tienen un objetivo:
odiar a este país.
SP: ¿Sólo veinte?
AGF: Espero que sólo sean
veinte.
veinte.
SP: Te veo muy optimista.
AGF: Venga, vale, pongamos un centenar.
SP: ¿Y has percibido alguna simetría del odio en trincheras independentistas?
AGF: No. Para nada. Esos niveles de agresividad, no.
No creo que exista un fenómeno equiparable en Catalunya de esta
radicalidad difamatoria continua y permanente.
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