Las casas en Finlandia no tienen aire acondicionado. Normal, ¿no? ¿Para qué hace falta aire acondicionado en Finlandia?
Tal vez para aguantar los 32 grados centígrados que había el 20 de julio en la ciudad de Rovanienmi, de 60.000 habitantes, la capital de Laponia. Allí, a 6 kilómetros al Sur del Círculo Polar Ártico, Pekka Niinivaara hizo una foto que se ha hecho viral en Facebook: la gente en bikini en la playa de la confluencia de los ríos Kemijoki y Ounasjoki, acompañados de unos inusuales bañistas: tres renos que se están refrescando en el agua. A este paso, Santa Claus le va a tener que robar los camellos a los Reyes Magos esta Navidad.
El caso de Rovanienmi no es excepcional. A cuatro horas y media en coche de esa ciudad está la de Jokkmokk, en Suecia. Ésa sí que está al norte del Círculo Polar Ártico, exactamente cuatro kilómetros. Y se ha convertido en una de las capitales de los incendios forestales en el mundo. Incendios en los bosques del Polo es algo que hace unos años hubiera sido noticioso. Pero en 2018 ya estamos acostumbrados a cosas así.
El 23 de junio se cumplieron 30 años desde que el experto en clima y entonces director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales James Hansen declaró en el Comité de Energía y Recursos Naturales del Senado de Estados Unidos que tenía "un alto grado de seguridad" que "hay una relación causa-efecto entre el 'efecto invernadero' y el calentamiento [de la Tierra] que observamos". Fue la primera vez en la que se hablaba en un foro público de la máxima importancia de lo que hoy es ya una expresión común: cambio climático.
Han pasado 30 años, Hansen se ha quedado calvo, y el cambio climático ha dejado de ser un bebé para convertirse en un mocetón que ha hecho, literalmente, de la Tierra su casa. Así lo ha vuelto a poner de manifiesto la última edición del informe anual Estado del Clima de la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera y de la Sociedad de Meteorología de Estados Unidos. El estudio de ambas organizaciones - la primera, dependiente del Departamento de Comercio de EEUU, la segunda, una asociación profesional que reúne a más de 13.000 científicos - ha sido realizado con la contribución de 524 científicos, entre ellos tres españoles, de la Agencia Estatal de Meteorología y de la Universidad de Santiago de Compostela. Y sus conclusiones son, una vez más, claras: la Tierra sigue calentándose, y cada año se baten nuevos récords de temperaturas.
Un año sin El Niño
Los datos del estudio dejan poco lugar a las dudas. El año 2017 fue el segundo o el tercero más caluroso del que se tienen registros históricos. La discrepancia en la clasificación depende de la base de datos que se emplee. Pero no altera la premisa de que hay una clara tendencia al calentamiento de la Tierra: los cuatro años más calurosos desde que existen mediciones son 2014, 2015, 2016, y 2017. De hecho, la segunda o tercera plaza de 2017 oculta un dato sumamente preocupante: al contrario que en los otros años, en esta ocasión no se produjo el fenómeno climatológico de El Niño, que suele afectar a las temperaturas mundiales y elevarlas.
Donde el informe sí afirma que se batió un récord -nada menos que por sexto año consecutivo- es en el nivel del mar. Dos tercios de la subida del mar se deben a que los polos se funden, y el otro tercio a que el agua, al calentarse, se expande. Así es como, según el estudio, el nivel medio del océano es hoy 7,7 centímetros más alto que en 1993. Las aguas suben a un ritmo de aproximadamente 3,1 centímetros cada década. Es una de las consecuencias del cambio del clima más obvias, detectables desde en Estados Unidos - donde, a las afueras de Washington, la isla de Tangier va camino de desaparecer con independencia de que sus habitantes no crean en el cambio climático - hasta el archipiélago de Tuvalu, en el Pacífico: en su informe anual de ese país, publicado hace cuatro semanas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) citaba en seis ocasiones el cambio climático.
Con una somera lectura del informe, uno ya puede hacerse a la idea de que la ola de calor africano que se cierne sobre España http://www.elmundo.es/espana/2018/07/30/5b5f0c48268e3e8e028b459d.htm es el futuro que nos espera. De hecho, 2017 fue el año más caluroso en España, de nuevo, desde 1965, rompiendo así un triple empate - 2011, 2014, y 2015 - de 'números uno', en buena medida por la primavera - la más calurosa desde que existen mediciones -, y el verano - el segundo, solo superado por 2003 -. De hecho, el clima se permitió un cierto detalle nostálgico en 2017, porque ese ejercicio fue el segundo año más seco en España desde 1965, gracias, de nuevo, a que en primavera las lluvias en primavera que sólo alcanzaron el 25% de la media. Justo ahora que los españoles debatimos desenterrar a Franco y sacarlo del Valle de los Caídos, acaso sea el momento, también, de desenterrar la idea de "la pertinaz sequía" y colocarla en un lugar destacado en nuestro imaginario colectivo porque ésa sí que no va a irse. El cambio climático ha llegado, y parece que va a conseguir lo que no logró Franco: dejarlo todo "atado y bien atado".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario