Hussain Abdul Hussain
A pesar de todas las guerras, caos y divisiones que azotan Oriente Medio, Washington parece estar determinado en construir un nuevo orden. Pero, ¿cómo tendrá éxito un nuevo Oriente Medio cuando los esfuerzos pasados fracasaron?
La principal diferencia en el nuevo orden de Estados Unidos para Oriente Medio es que no está siendo conformado por diplomáticos y políticos, sino por generales militares. Tal vez la experiencia estadounidense en Irak, donde se le entregó el volante a los militares y donde se pudo contener exitosamente una guerra civil, ha convencido a Washington de que los militares son mucho más eficientes que los políticos.
Durante los últimos años Israel ha insistido en que el único peligro de peso en Oriente Medio es Irán, con o sin armas nucleares. Bajo la administración Obama, Estados Unidos estuvo en desacuerdo de forma vehemente, pero bajo el liderazgo de Donald Trump las políticas exteriores de EEUU e Israel se han unido a tal punto que parecen idénticas.
Otros países, como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), han dicho que, debido a su alcance y postura agresiva, Irán es la principal amenaza a sus intereses nacionales.
Ya que Irán es el enemigo tanto de Israel como de los Estados del Golfo Pérsico, era solo cuestión de tiempo que los involucrados llegaran a la conclusión clásica: el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Pero la amistad entre Israel y los miembros del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (GCC) hace más parte de la imaginación que de la realidad.
El conflicto árabe-Israelí, que lleva ya siete décadas, ha dejado muchos muertos de ambos bandos, y con el proceso de paz entre palestinos e israelíes en jaque, construir una alianza entre Israel y el GCC se ve como algo distante, incluso para los árabes que apoyan una paz rápida e incondicional con Israel.
Para burlar la animosidad árabe hacia Israel, y gracias a sus relaciones militares exitosas con Egipto, Irak, y en menor grado con El Líbano, EEUU parece estar convencido de que los generales pueden triunfar donde la diplomacia y la política fallaron.
Ante este escenario, generales de los países del GCC, Egipto, Jordania y EEUU se reunieron en Kuwait más temprano este mes para discutir la construcción de lo que se está conociendo como la Alianza Estratégica de Oriente Medio (MESA, por sus siglas en inglés). A veces llamada la OTAN árabe, se espera que esta alianza militar sea más duradera que las relaciones políticas tentativas.
La reunión de MESA mostró señales de progreso, en especial por la participación de comandantes militares que representaban a dos rivales: Arabia Saudita, EAU, Bahréin y Egipto, por un lado, y a Catar por el otro.
La nueva alianza está moldeada en la estructura de la OTAN, en la cual el comando conjunto será creado, y probablemente manejado, por personal estadounidense, mientras EEUU espera que los países ricos en petróleo del golfo cubran los gastos.
La principal misión de MESA es montar guardia contra dos tipos de actividades militares de Irán que EEUU considera molestas: el apoyo militar de Irán a sus milicias en la región y su habilidad militar para atacar blancos en el golfo. Sea como sea, la alianza deberá vigilar tres cuerpos de agua: el estrecho de Ormuz, Bab al Mandab y el Canal de Suez. La alianza también apoyará a grupos locales que puedan interrumpir la habilidad de Irán de entregar provisiones a sus milicias, en especial en Siria e Irak.
Más allá del aspecto militar, EEUU espera que MESA produzca efectos políticos. Si Catar y sus oponentes se pueden sentar juntos en una reunión de MESA, no hay motivo para que tal cooperación no sea expandida a los sectores de inteligencia, y más tarde a las relaciones diplomáticas.
Por último, MESA no estaría completa sin la introducción de Israel como una especie de aliado. Después de todo, Israel y MESA estarán disparando en la misma dirección, principalmente contra Irán y sus milicias en la región, y por lo tanto tiene sentido sugerir la cooperación entre Israel y la nueva alianza.
Al igual que el caso de Catar y sus rivales, la cooperación militar puede abrir el camino para la mejora de las relaciones de los países árabes con Israel en otros niveles. Si las relaciones árabe-israelíes mejoran, inicialmente en temas militares y más tarde diplomáticos, se labrará el terreno para la ejecución de la “propuesta del siglo”, un tratado de paz ingeniado por Jason Greenblatt y su impulsor en la administración estadounidense, Jared Kushner, consejero y yerno de Donald Trump.
Aunque apenas está en su infancia, MESA parece ser un gana-gana para EEUU y sus aliados. Canalizar la ira árabe e israelí contra Irán ayuda a ambas partes a debilitar a un adversario terco y molesto, a la vez que disipa la rabia mutua que han expresado los árabes e israelíes por casi un siglo. Mientras disminuye el odio entre árabes e israelíes para convertirse en odio contra Irán, se hace más probable que se alcance la paz entre los dos primeros.
La cooperación militar ha demostrado ser trascendental y más duradera que las amistades políticas. Como tal, MESA puede ser la piedra angular de la paz entre los Estados del golfo, al igual que la paz árabe israelí.
Aunque es un tema de peso en Washington, MESA sigue siendo un escenario de generales más que de diplomáticos y políticos, y por lo tanto ha mantenido un bajo perfil, en especial cuando se le compara con intentos anteriores de EEUU que llegaron con grandes promesas y terminaron con pocos resultados.
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