¿HÉROE O VILLANO?

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viernes, octubre 19, 2018

NO NOS OLVIDEMOS DE LA FARMAFIA


TRATAMIENTOS CON ÁNIMO DE LUCRO

Los imperios económicos de los charlatanes de la pseudociencia

Los defensores de las terapias alternativas tienen boyantes negocios a costa de los pacientes que confían en ellos

Olga Pereda / Valentina Raffio
Los defensores de las pseudoterapias ingresan mucho dinero a costa de los pacientes. 
Los defensores de las pseudoterapias ingresan mucho dinero a costa de los pacientes. 
Josep Pàmies se define como “un payés indignado y luchador”, un agricultor convencido de que la tierra es un "tesoro de salud” y de que la “medicina clásica debe ser el último recurso”. Enric Corbera se promociona como un “investigador incansable en busca de la libertad emocional de las personas”. El doctor Alberto Martí Bosch defiende la medicina holística y asegura que los enfermos son capaces de colaborar en su propia sanación. Todos ellos despotrican de la industria farmacéutica, a la que acusan de ser un negocio que sablea los bolsillos de los pacientes. Ahora bien, Pàmies, Corbera y Martí Bosch -por citar algunos de los defensores de las pseudoterapias- no trabajan por amor al arte. Su ánimo de lucro es descomunal.
Josep Pàmies -en el foco mediático tras recomendar un derivado de la lejía para tratar el autismo- es director comercial de Pàmies Horticoles S.L., empresa constituida en Lleida en 1999 y que en la actualidad tiene una veintena de empleados. Dedicada al “cultivo de hortalizas, raíces y tubérculos”, la sociedad ingresó el año pasado más de dos millones de euros, consiguiendo unos beneficios de 136.591 euros, según informes financieros oficiales consultados por EL PERIÓDICO. Los beneficios han supuesto una caída del 13% respecto a los registrados en 2016. Sin embargo, llama la atención el increíble aumento de las ganancias desde 2013, cuando la empresa -que carece de subvenciones- obtuvo unos beneficios de 40.335 euros. Un año después, en 2014, la cifra ya ascendía a 141.855 euros.
Enric Corbera, mientras, tiene detrás un boyante negocio de la mano de la bioneuroemoción, disciplina sin sustento científico que trata las patologías a través del bienestar emocional. El buque insignia es el instituto que lleva su nombre y que fue constituido en Barcelona en 2014. Dos años más tarde, el centro -con 13 empleados y registrado con “otra educación” como actividad oficial- ingresó más de 4,3 millones de euros, consiguiendo un beneficio de 964.763 euros.

Un curso de milagros por 110 euros

Las charlas presenciales de Corbera y su equipo duran unas dos horas y cuestan 35 euros, según se especifica en la web del instituto. Bastante más caro es el “curso de milagros” -título del libro que publicó en 2013- que plantea realizar en Barcelona el 1 de diciembre. Empezará a las 9.30 horas y terminará a las 19.30. Su precio: 110 euros, con la posibilidad de pagar 80 si la conferencia se sigue por 'streaming'. Para los interesados, Corbera ofrece los siguientes detalles: “Todos los problemas que percibimos en realidad están en nuestra mente. Cuando nos proyectamos hacia fuera y dejamos de reconocer la relación que existe entre nuestra mente y lo que nos ocurre, entramos en una ilusión en la que nos sentimos separados de todo lo demás”. A través del curso –continúa el creador del método de la bioneuroemoción- los asistentes tendrán la posiblidad de "comprender la vida desde una perspectiva distinta", en la que ellos mismos serán "los principales responsables de las situaciones que experimenten".
Además de charlas y cursos, el instituto también ofrece la oportunidad de experimentar la bioneuroemoción a través de una sesión individual con “profesionales” del centro, tanto en modalidad presencial como por skype. Dura una hora y media y cuesta 90 euros.
En los registros financieros oficiales, Corbera Institute está relacionado con otras dos empresas. Una de ellas es Tocinera Segura S.L. (elaboración de productos cárnicos y volatería), que se fundó en 1984 y que actualmente no tiene actividad empresarial. La otra es Interacción Bioneuroemoción S.L., constituida en julio del 2017. Su actividad declarada es la “investigación y desarrollo experimental en ciencias sociales y humanidades”. Sus cuentas no están disponibles en la documentación consultada por este diario.

Beneficios de 90.000 en un año

También ha tratado de montar un imperio Alberto Martí Bosch, que abandonó su puesto oficial de oncólogo pediátrico y ahora se dedica, entre otras cosas, a abordar el cáncer “de forma holística”. Ha fundado el grupo de centros Adivida, al que promociona como su "más ambicioso proyecto vital”. Adivida Medical Center S.L. se constituyó en abril del año pasado con una actividad declarada de “promoción inmobiliaria”. La información financiera refleja unas pérdidas de 8.100 euros a finales de 2017. Sin embargo, Martí Bosch está relacionado con otra sociedad limitada: Almabosch Medical Center, constituida en Madrid en octubre del 2015 bajo el epígrafe de “actividades de medicina general”. A finales de 2015, la empresa declaró unas pérdidas de 9.160 euros. El crecimiento de la sociedad ha sido descomunal ya que solo un año después tuvo unos beneficios de 89.877 euros.
En la web de Adivida, Martí Bosch declara que “hay una manera diferente de hacer medicina” y que los enfermos son capaces de colaborar en su propia sanación. Ofrece muchos tratamientos –colonterapia, fitoterapia, balneoterapia, entre otros- pero no especifica su precio. Una enferma de cáncer que tiene un blog escribió el año pasado un texto defendiendo al controvertido doctor: “Para los que dicen que es un estafador, la tarifa de la consulta es 120 euros y está casi dos horas dedicadas a ti. No me parece caro. Es como cualquier médico privado. Lo que puede subir más el precio son los complementos (que puedes comprar en su tienda) o hacerlo por internet, como hago yo. Según cada caso necesita más o menos productos. En mi caso, unos 100 euros al mes”. La enferma añade que el fundador de Adivida nunca le dijo que no siguiera los tratamientos “convencionales” de quimioterapia.

Cada visita, 120 euros

No ocurrió mismo con Cristina Beraza, que falleció en verano de 2017 víctima de un cáncer de ano tras ponerse en manos de un “experto en medicina oriental” que le recomendó abandonar el tratamiento de quimioterapia. Su hija contaba hace unos meses a EL PERIÓDICO que cada visita con Juan José G. R., natural de Córdoba y asentado en Euskadi, costaba 120 euros. A esa cantidad había que añadir los 200 euros que la víctima se dejaba en la herboristería, donde compraba los productos propios que el curandero le recetaba. La familia de Cristina denunció a Juan José G. R. por estafa y está a la espera de juicio (eso en el caso de que lo haya).

Medicamentos de 20 céntimos

“Hay gente que no confía en un medicamento de 20 céntimos, cuya eficacia ha sido demostrada y que además viene cubierto por la Seguridad Social, pero sí cree en un remedio que cuesta 50 euros y que en ningún momento ha demostrado ser útil. Y luego dicen que el negocio está en la industria farmacéutica, a lo que yo respondo: ¿y Boiron, principal fabricante de homeopatía, qué? ¿Es que acaso la industria de las pseudoterapias no saca nada?”, se indigna Vicente Prieto, presidente de Círculo Escéptico, asociación que fomenta el pensamiento crítico contra las pseudociencias

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