EEUU y Siria
Al Asad cobra fuerza después de seis años del conflicto en Siria
El país está experimentando transformaciones
significativas: Estados Unidos y sus aliados están en proceso de cambiar
su agresiva política contra Bashar al Asad y centran su esfuerzo
militar en el Estado Islámico.
Hace una semana Jordania anunció su disposición a normalizar las relaciones con el gobierno de Damasco y
un portavoz jordano señaló que debía tomarse buena nota de esta
situación que representa un cambio radical en las relaciones entre los
dos países, que significa un cambio que va más allá de las relaciones
bilaterales.
En los últimos meses, las ayudas que recibían los rebeldes directamente de Estados Unidos y de los países árabes suníes han dejado de entregarse,
tanto a nivel financiero como a nivel de armas, y los rebeldes se han
resentido de esta falta de recursos y han menguado sus ataques contra el
ejército sirio y las milicias que le apoyan.
Esto se ha traducido en un progreso de las
tropas sirias en distintos frentes, hasta el punto de que de los
servicios de inteligencia israelíes han pasado a considerar que en los próximos meses habrá más avances significativos del ejército de Bashar al Asad, y que "a finales de 2018 Asad controlará la mayor parte de Siria".
Es lo que piensan los servicios de inteligencia israelíes según el diario Israel Hayom, muy cercano al primer ministro Benjamín Netanyahu. Sin embargo, estos servicios también ven muy probable que en el futuro se produzca una partición de Siria
y que distintas zonas queden en poder de algunas de las milicias que en
la actualidad operan en el país. De hecho, Israel está haciendo todo lo
posible para que en la frontera del Golán se cree un estado marioneta.
Inteligencias israelíes afirman que "a finales de 2018 Asad controlará la mayor parte de Siria"
Las
actividades de los países suníes, Estados Unidos y sus aliados, que
hasta hace poco eran manifiestas en numerosos frentes, han dejado de
serlo. Ciertamente, los americanos continúan implicados en el norte del país de la mano de los kurdos principalmente, pero incluso en la provincia rebelde de Idlib sus actividades se han reducido en un buen grado.
Lo mismo está ocurriendo con los saudíes y
los cataríes, así como con los turcos. El presidente Recep Tayyip
Erdogan, que hasta hace algunos meses no veía otra cosa que Asad, ahora
está muy concentrado en limitar la expansión de las milicias kurdas y ha dejado de agobiar verbalmente al régimen de Damasco.
Los líderes rebeldes que la semana pasada se
reunieron en Riad pudieron comprobar que los saudíes han perdido
interés por Siria y dan por derrotada esta guerra, al menos de una
manera global. Ahora los saudíes están mucho más preocupados por sus conflictos con Catar y Yemen que por Siria.
Pero también en Europa, el mismo Reino Unido está siguiendo los pasos de Estados Unidos
y ya no es tan beligerante. Igual ocurre con Alemania, país que está
considerando retirar a sus fuerzas que tienen base en el sur de Turquía,
y que han contribuido con otros aliados occidentales a las fuerzas de
Estados Unidos.
Los saudíes han perdido interés por Siria y dan por derrotada esta guerra
Según ha publicado The Guardian
este jueves, lo que está ocurriendo "es más el resultado de la fatiga
internacional" y de las carencias de la oposición siria que otra cosa.
No obstante, podría ser el resultado de una política más pragmática de
la administración estadounidense, algo que no está ocurriendo en el conflicto israelo - palestino.
Según Robert Ford, el último embajador americano en Damasco, que recorría físicamente Siria llamando a la población a la rebelión contra Damasco,
lo que está ocurriendo, es debido también al "cansancio" de los
occidentales por no ver una oposición unificada y a la alianza de
ciertas formaciones rebeldes con Al Qaeda.
A la espera de que se clarifique la política de Trump
Sin embargo, otra vez debe señalarse que la
actual administración americana está siguiendo unas líneas más
pragmáticas en el conflicto que la administración de Obama, empeñada en
llevar la democracia a la fuerza a todo Oriente Medio con las nefastas consecuencias que ha experimentado en la región.
Trump no está interesado en Asad sino en el Estado Islámico, y lo está combatiendo en el norte de Siria con
las fuerzas que hay sobre el terreno y que combaten al lado de las
milicias aliadas de Estados Unidos. Esto quiere decir que, en contra de
lo que sostienen Robert Ford o The Guardian, Trump sí que tiene un interés en Siria y sí que combate en una dirección.
Lo que no está haciendo es seguir apoyando a todos esos yihadistas de distintas milicias (y de distinto pelaje) que hasta que él llegó a la Casa Blanca recibían a destajo dinero y armas americanas a través de la CIA y el Pentágono, tanto a través de la frontera turca como a través de la frontera jordana.
Para desazón de Israel, la administración
Trump y el Kremlin no han adoptado hasta el momento una posición muy
activa respecto a las quejas de Benjamín Netanyahu con respecto a la
presencia en Siria de Irán y de las milicias asociadas a Irán. El
ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, dijo este miércoles al
secretario general de la ONU, António Guterres, que Israel teme que esa presencia se convierta en permanente y que los iraníes construyan bases aéreas y navales en Siria.
El momento actual es de transición y se está a la espera de que se clarifique la política de Trump.
No obstante, es evidente que la Siria que está naciendo no es la que
esperaban Israel y los países suníes de la región, y que Damasco solo
avanza limitadamente hacia la reunificación completa del país.
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