Conoce la historia de la mítica colección de cine soviético en Argentina
.Una de las mayores colecciones de cine soviético en América Latina, con más de 400 títulos, perteneció a la familia Vainikoff, dueños del cine Cosmos 70, un ícono de la juventud y el movimiento intelectual en los años sesenta y setenta, que sobrevivió censuras y dictaduras. Esta es su historia
17
Durante los duros años de dictaduras militares, el Cosmos
se convirtió en un santuario de los amantes del séptimo arte y del cine
soviético en particular. Cerrado desde 2008, en 2010 fue adquirido por
la Universidad de Buenos Aires y ahora se denomina Cine Cosmos UBA.
Desde sus butacas, los jóvenes rebeldes de melena larga que
descubrían el rock y que estaban dispuestos a cambiar el mundo,
devoraban las películas de Andrei Tarkovski, los emblemáticos filmes de
Serguei Eisenstein como El acorazado Potemkin y Octubre, la monumental
Guerra y Paz, de Serguei Bondarchuk, ganadora del Óscar en 1968 y otros
tesoros del séptimo arte soviético y de Europa oriental.
©
Foto: Cine Cosmos
Sala del Cine Cosmos
Argentino Vainikoff fundó Artkino Pictures en 1927. La
empresa había sido creada en Estados Unidos con la idea de distribuir
cine soviético en todos los países de América Latina, algo así como la
competencia de la Meyer de Hollywood. "El fundador, Nicolás Nápoli, le
pidió a mi padre que lo asesorara para abrir la distribución en
distintos países y así fueron fundando Artkino en Argentina, Uruguay,
Chile", recuerda Luis Vainikoff, quien hoy en día es asesor del
Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales (INCAA).
"Las películas soviéticas tenían
muchísimo éxito, porque en los años treinta los sindicatos en Argentina
eran dominados por el Partido Comunista y todo lo que venía de la URSS
tenía una fuerza muy especial para ellos. Dieras lo que dieras, eran
colas y colas", continúa.
Con el advenimiento del peronismo (1945-1955), la
persecución al Partido Comunista fue muy fuerte, pero Artkino se mantuvo
gracias a la visión de su dueño, quien "separaba la ideología y las
opiniones personales de los negocios", gracias a lo cual logró mantener
separada la distribuidora de los avatares de la política.
©
Foto: Cine Cosmos
Proyector Prevost de Milán
Poco a poco, el archivo se fue formando, y en esto fue
decisiva la cuidadosa actitud de Argentino Vainikoff, que guardaba todas
las copias. "Mi padre pensaba que las imágenes eran lo único que nos
iba a quedar en el futuro y por eso nunca destruyó una copia, muchas se
nos perdieron en incendios, o por el paso del tiempo, pero él tenía la
visión de que la imagen era lo único que iba a perdurar", recuerda su
hijo.
"Eso traía problemas, porque cuando
se terminaban los derechos de las películas, había que devolver o
destruir las copias, pero mi padre las conservaba".
El Cosmos 70 fue un oasis de la
cultura porteña en las épocas oscuras de la represión militar.
"Inauguramos el cine después del golpe de Estado de Juan Carlos Onganía
en 1966. Es que el cine funciona gracias a los golpes militares. Las
mejores películas argentinas se hicieron cuando había represión o una
gran crisis económica, que es cuando la gente se refugia en el arte.
Cuando todo va bien, la gente va al cine pero a ver otras cosas",
reflexiona Luis.
A pesar de las persecuciones y de las distintas veces que
la sala fue cerrada, las películas soviéticas se seguían viendo en cine
clubes o en otras salas comerciales. "Cuando se venía una crisis
económica muy grande o un movimiento político, ahí reabríamos el cine,
porque en esos momentos la gente trata de agruparse con los que tienen
cosas en común".
Los militares no se atrevieron a tocar el Cosmos y nunca
secuestraron ni detuvieron a nadie allí. Lo sorprendente es que la
audiencia era de lo más variada: desde el almirante Isaac Rojas, uno de
los líderes del golpe que derribó al gobierno de Juan Domingo Perón en
1955, cuya película favorita era El Acorazado Potemkin, hasta los
activistas de izquierda, todos iban a ver las películas rusas.
Es
que el gusto por el cine soviético iba más allá de las simpatías
políticas. "Mi papá, que era español, venía a ver todos los domingos
películas rusas", evoca Guralnik. La razón, para él, es que los
personajes de estas películas "tienen mucho que ver con lo humano, la
gente busca otra esencia, la bondad, esas cosas que afloran en las
películas rusas".
"En esos años de posguerra, cuando la
propaganda oficial transmitía una imagen de que todos los que vivían
detrás de la Cortina de Hierro eran unos malditos, de repente te
encontrabas con gente muy tierna en la pantalla y eso le llegaba al
público", acota Vainikoff. Esto explica el éxito de películas como
Pasaron las Grullas, que a pesar de ser sobre la II Guerra Mundial, no
pierde ese tono íntimo. "Siempre está el drama personal de alguien que
pasó por esa situación".
Guralnik, quien también es profesor de cine, anota que las
películas rusas tienen "un tiempo que le va bien a los que viven en La
Pampa o en el campo, a quienes les resultaba más natural el tiempo que
se tomaba un director ruso como Tarkovsky para filmar una escena, que
los tiempos de Hollywood".
Otro factor que explicaría ese ‘tempo' especial, es que la
URSS producía para los países orientales y asiáticos y para la India,
donde muchas películas violentas no funcionaban, agrega Vainikoff.
Vainikoff destaca películas épicas, como Guerra y Paz, de
Sergei Bondarchuk, que ganó el Oscar en 1968 y que tuvo a 120.000
soldados en escena. "Un loco que recreó un campo de batalla propio,
algo que solo se podía hacer en la URSS. No había extras, no había
computación, no había nada, y filmaron más de ocho horas que quedaron en
pantalla".
©
Foto: Cine Cosmos
Luis Vainikoff expropietario del Cine Cosmos '70 junto a Gabriel Guralnik, actual director del Cine Cosmos UBA.
Sin embargo, los tiempos se hicieron cada vez más difíciles
para mantener un cine y una gran colección sin apoyo estatal y sin una
cinemateca para conservar los films. Al final de la dictadura en los
años ochenta llegaron los nuevos formatos como el VHS y el cable, y los
cines sufrieron una enorme retracción. "En los últimos años cambió la
forma de ver y de pensar. La gente ya no está acostumbrada a ver rayas
en las películas, porque las ven remasterizadas en computadora y
parecen nuevas", señala Guralnik.
El Cine Cosmos 70 cerró sus puertas en 2010. La valiosa colección de
cine soviético, con más de 400 títulos, está en manos del crítico
Fernando Martín Peña. El Cosmos, adquirido por la Universidad de Buenos
Aires, realiza proyecciones y festivales, pero espera reabrir sus
puertas al público. Los nostálgicos añoran ese momento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario