¿HÉROE O VILLANO?

¿HÉROE O VILLANO?

jueves, marzo 15, 2018

OTRA NOCHE MEMORABLE DEL ARGENTINO

La táctica del ‘cuarto de baño’ sería la única que funcionaría al 100% con Messi

El argentino marcó dos goles y ya suma 100 en Champions, también asistió a Dembélé en el otro tanto del Barcelona. Una noche más, fue todo lo que necesitó el Barça para marcar la diferencia

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‘God save the king’ rezaba la enorme pancarta que se desplegó en uno de los fondos del Camp Nou antes del partido ante el Chelsea. Junta a ella, por supuesto, estaba la foto de Leo Messi. Y no hace falta estar licenciado en ninguna ingeniería ni tener dotes paranormales para saber que, ante un partido grande, hay que encomendarse al ‘dios Leo’. Porque el argentino es, simplemente, el rey. A la teoría del frutero del Mercado de la Boquería a la que se unió Simeone hace 10 días —ya saben, la de ¿qué pasaría si jugara cada mitad con un equipo?— se sumó ayer un nuevo discípulo muy a su pesar: Antonio Conte, que terminó rendido y abrazándose a él al terminar el encuentro. "Estamos hablando de un futbolista extraordinario, el mejor del mundo. "¿Que si me gustaría entrenarle? Creo que se quedará hasta el final de su carrera en el Barcelona y me parece lo correcto para él. Se le nota bien con Busquets, Piqué, Iniesta, están escribiendo la historia del Barcelona", resumía el italiano tras el partido.
Porque como diría Cruyff: "Si te la meten desde el centro del campo, te levantas y aplaudes". Porque al final, da igual cómo plantees o dejes de plantear los partidos cuando enfrente está Messi. Si te encierras, mal, porque busca el hueco de una aguja por donde poder pasar. Si te abres, peor, porque te pilla al contragolpe y te mata por velocidad, regate, chut. Si haces una falta, échate a temblar, porque el catálogo es inmenso. Y si encima se enfada, vas apañado. La única que funcionaría plenamente, con una seguridad del 100%, sería la de encerrarle en el cuarto de baño del vestuario.
Es impepinable: Messi es un seguro de vida para el FC Barcelona y ayer dio el billete a los cuartos de final de la Champions a su equipo, que no estuvo ni mucho menos mal. Solidario, concentrado y con los conceptos tácticos bien aprendidos, pero es que en el minuto tres Leo ya había marcado el primero colándosela a Courtois entre las piernas, sin ángulo apenas desde la línea de fondo y con su derecha. Y a los 20 robó el balón en el centro del campo, nadie pudo seguir su endiablada carrera y se la dio a Dembélé, que por fin marcó su primer gol de azulgrana.
Y para rematar la faena, en el 63, cuando el Chelsea más achuchaba y el Barça andaba agobiado, en otra contra sin que ningún rival pudiera darle caza volvió a hacerle un caño al portero belga. En la eliminatoria de los cuatro goles que ha marcado el conjunto catalán, tres son de Messi y una asistencia. Las cuentas salen fáciles, en fin. Y así va escribiendo la historia. Una inmensa y de frotarse los ojos de pura incredulidad ante la magnitud de su obra. Messi es ‘demasié’, y a los humildes plumillas que nos dedicamos a contarle también nos ha ganado ya hace tiempo: no hay manera de no repetirse. Yo hace ya tiempo que me rendí, para qué les voy a engañar.

El guion lo escribe Leo

El Chelsea salió al Camp Nou como todo el mundo se esperaba, atrás y a verlas venir. La primera vez que tocó el balón fue para sacarlo del centro del campo después del tanto de Messi, el más rápido de su carrera —dos minutos y ocho segundos—. A partir de ese momento se estiró y Willian lo intentó otra vez desde fuera del área en el 12, pero nada, no hubo manera. El guion siempre lo escribe Messi y con buena letra, solo hay que saber encontrarle, y el Barça lo hace. “Descargamos el juego en él y sabemos que cualquier situación la convierte en algo mucho mejor. Es un lujo tenerle”, admitía Valverde una vez más.
Valverde fue valiente con su alineación. Se siente más seguro con Paulinho Andrés Iniesta llegaba justito, pero apostó por el manchego y Dembélé de inicio, dando a entender así que no se arrugaba, que iba a por todas. Iniesta trabajó a destajo defensivamente cuando se le necesitó, hasta que fue sustituido por el brasileño en el 55. “Era más o menos lo que teníamos hablado. Ha merecido la pena el esfuerzo. ¿Messi? Es una bendición que esté con nosotros, marca siempre la diferencia”, resumió Iniesta al final.
Y Dembélé se sacudió por fin la presión y el aire melancólico con un derechazo que supuso el segundo gol del Barça —el primero en su cuenta— y tal inyección de moral que se permitió hacer un par de tacones. Hasta se llevó la ovación del Camp Nou nada más comenzar la segunda parte por rebañarle el balón en el área a Marcos Alonso. En la del Barça. Vamos, que se puso el traje de faena. El francés ya sabe lo que es vivir su primera gran noche en el estadio culé y se marchó entre vítores y aplausos al ser sustituido cuando faltaban 25 minutos para el final.
El equipo de Conte se dio contra un sistema defensivo bien tejido que es capaz de aguantar las embestidas cuando no tiene la pelota —no hay que olvidar que es el segundo equipo menos goleado de la Liga, por ejemplo— contra los palos (ayer estrelló otros dos), pero sobre todo contra un Messi que deja pequeño cualquier calificativo que se pueda escribir sobre él y cualquier pizarra en la que se le quiera enjaular. En cuanto el balón está rodando, el que manda es él. Y no hay más que hablar.

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