Buenos Aires, epicentro latinoamericano del Paro Internacional de Mujeres (vídeos)
© REUTERS/ Marcos Brindicci
La ciudad que acuñó el #NiUnaMenos se llenó de manifestantes: desde el cese de los femicidios hasta el fin de la desigualdad salarial y el derecho al aborto, el feminismo argentino motoriza voluntades sociales y perfila cimientos de un nuevo paradigma.
Si al pensar en rutinas la imagen convencional es la de un transporte lleno de gente que viaja desde o hacia el trabajo, las miles y miles de mujeres que ayer coparon subterráneos y buses de la capital argentina por el Paro Internacional de Mujeres dieron vuelta ese ideal de lo normal. Eran adolescentes, ancianas, mujeres de mediana edad, jóvenes y niñas en brazos de sus padres que confluyeron en una marcha multitudinaria desde la Casa de Gobierno hasta el Congreso de la Nación. Ahí, como en otras ciudades del país, organizaciones políticas y sociales mostraban no sólo el poder de movilización del feminismo en esta parte del mundo, sino el vasto campo de actividades humanas en los que la equidad de género se advierte como una fuerza que llegó para quedarse.
"Crecí como la única mujer en una familia de ocho hermanos y viví situaciones de violencia física y psicológica desde muy chica. También yo, por haber sido criada en un modelo de violencia muy fuerte, maltraté a mis dos primeros hijos porque era lo que me habían enseñado. Muchas mujeres tenemos raíces dolorosas en nuestro corazón, pero este contexto nos permite vernos de otra manera y luchar para conseguir herramientas que nos permitan empoderarnos y alcanzar más igualdad", dijo a Sputnik la integrante del Movimiento Popular La Dignidad Jonathana Frederic, 48 años, mientras intentaba salir de la estación Avenida de Mayo del metro de Buenos Aires.
Las unían causas como vivir en equidad, la educación sexual en escuelas públicas, el combate a la discriminación de lesbianas, travestis y transexuales, el fin de la violencia sexual y la agresión física y simbólica hacia las mujeres, una distribución equitativa de trabajadoras en el ámbito laboral y el inminente debate en el Congreso por una ley que legalice el aborto.
"Tengo 70 años y nunca vi algo como esto. Estoy muy orgullosa de cómo la gente joven ha comprendido mejor la situación y está al frente de esta lucha", celebró Ana María Burgos al ser consultada por este medio. A rayo de sol con su cámara y con un pañuelo verde como vincha, la madre y abuela no especuló a la hora de posicionarse con respecto al debate que promete ser la principal discusión pública en el país durante este semestre.
"No se trata solamente de aborto sí o aborto no. La consigna es educación sexual para decidir, anticonceptivos para prevenir y aborto legal para no morir. Porque los abortos igual suceden. Se trata de prevenir que las mujeres que llegan a la última instancia de la gestación no pierdan la vida. Yo soy de la generación que sufrió abusos sexuales y violaciones y todo el machismo a escondidas porque de eso no se hablaba. Y Yo tuve que abortar. Sufrí una violación. Y también sufrí abuso sexual durante una detención en la dictadura", agregó.
En Argentina la interrupción del embarazo sólo se permite en casos de violación o riesgo de vida para la madre. Existen líneas telefónicas de asistencia para mujeres y cadenas de solidaridad y guías para acompañar. Las argentinas abortan con o sin un marco legal que las ampare y sin distinción de clase ni edad. Eso sí, las que mueren por hacerlo en lugares clandestinos sin condiciones médicas apropiadas son, siempre, las más pobres.
La línea del Poder Ejecutivo argentino es homogénea y clara, está en contra del aborto. "Estoy a favor de la vida", supo afirmar Mauricio Macri en diversas entrevistas. Al igual que el mandatario, todo ministro o ministra que se expresó sobre el tema lo hizo en contra. No obstante, fue el propio presidente quien pidió el debate a sus congresistas, la fuerza mayoritaria del Congreso.
Los reclamos por la legalidad crecen marcha a marcha, así como las denuncias de partidos opositores de que el debate por el aborto es una pantomima política de un Gobierno que jamás lo aprobaría. Lo único seguro es que la discusión será larga y, por primera vez, puertas adentro del Congreso.
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Por su parte Nayla Procopio de 22 años e integrante de la Fundación para el Estudio y la Investigación de la Mujer (FEIM), fue concreta y concisa a la hora de contestar por qué Buenos Aires reunió a más de 200.000 mujeres en una de las marchas más grandes en la historia del feminismo al sur del Ecuador. "Porque las mujeres nos cansamos de ver la cantidad de femicidios y desigualdades que sufrimos y decidimos no callarnos más y empoderarnos todas juntas", concluyó en diálogo con Sputnik.
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