«Yo soy y continúo siendo, por encima de todo, un cantante catalán, y en esta lengua me he expresado para cantar durante cuatro años. (...) Un hombre ha de ser fiel a sí mismo y a la gente que le es fiel», podía leerse en la misiva.
Comenzaría ahí la leyenda. Seguida por un largo veto en nuestro país durante varios años en los que Serrat desarrolló su carrera fundamentalmente en Latinoamérica.
Coherente o no, oportunista o no, valiente o no... Serrat, fuertemente presionado por el catalanismo desde el mismo momento en el que aceptó representar a la televisión del régimen en Eurovisión, escribió una página de la historia, continuada sin solución de continuidad por Massiel. Qué poco podía sospechar entonces el cantautor que un día sería tachado en su Cataluña por algunos de botifler.
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