La black week de Macri pero no de rebajas
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Fue una black week para Macri. O sea, una semana negra. No de rebajas sino al revés. Lo corrieron los piqueteros con la amenaza de desbordes durante las Fiestas, lo corrió Massa primereándolo con un mayor recorte en Ganancias y lo corrieron los gobernadores y el peronismo echándole abajo la reforma electoral.
Obvio: nada o casi nada de esto habría pasado si no fuera porque la economía no arranca. Los números de septiembre vinieron peor que los de agosto y sobre los de octubre corre el temor de repetición. Quién habrá sido el genio que le hizo decir a Macri que empezaría a funcionar en el segundo semestre.
La economía sigue cuesta abajo y las elecciones se acercan y los piqueteros mostraron los dientes y eso les alcanzó para llevarse otra tajada del Presupuesto. El afloje oficial tiene su lado blanco. No da todas las garantías pero sí algunas o bastantes de fin de año sereno, firmado por los principales movimientos sociales.
El acuerdo con esos movimientos que son o van camino de ser tan políticos como la CGT tiene mucho de discurso para sus propias internas. Pedían crear por ley un millón de puestos de trabajo. Es increíble que sigan usando estas cosas pero se ve que dan resultados: asustado por el apriete, el Gobierno les autorizó una chequera extra a la ministra Stanley y al secretario presidencial Mario Quintana.
Los números de la ley de emergencia social, que bien podría llamarse la ley de no hagan olas, los terminó de cerrar o mejor sería decir de ordenar el equipo de Emilio Monzó en el Congreso. Son por ahora un dibujo contable: se autorizó movilizar $ 25 mil millones a los planes que hoy se pagan. Pero no de golpe. Ni el Gobierno ni la sociedad saben cómo salir del asistencialismo.
El nuevo sistema llevará tiempo. La idea es legitimar a un grupo de organizaciones que tenían legimitidad de hecho, no de derecho. Integrarán un consejo con funcionarios para administrar y convertir planes sociales en planes de empleo. Una puerta para institucionalizar a esos grupos piqueteros. Y darle plata a más gente y darle más plata: el equivalente a un salario mínimo, vital y móvil.
Entre paréntesis: hubo alguien que tuvo una semana blanca como la sotana del Papa. Y fue justamente porque en el Vaticano Francisco lo puso en primer plano y a su lado para la foto. Es el sindicalista y ex árbitro Guillermo Marconi, que supo ser peronista de todos los peronismos desde que arrancó al lado por Menem. También supo ser por años la mano derecha de Grondona para manejar los arbitrajes. Muerto Grondona, denunció que Grondona lo había apretado. En este personaje confía hoy el Papa. Sabrá por qué.
La tribuna de Cambiemos empieza a estar nerviosa como esas hinchadas que en el segundo tiempo y con su equipo metido en el arco empieza pedirle al técnico cambios mientras llueven centros y todos saben que así alguna pelota puede entrar.
Aunque no esté acostumbrado a hacerlos, más tarde o más temprano Macri va a tener que hacer cambios. Para no llegar rengo a las elecciones de octubre.
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