Un paseo por la nueva Habana vieja; la perla del Caribe
La recuperación de los valores del casco histórico de la capital
cubana es imparable. No sólo se restauran viejos palacios, plazas e
iglesias, sino que también afloran nuevos restaurantes, clubes y
alojamientos que multiplican la oferta para viajar por libre.
.
La Habana te deja un sabor contradictorio; agridulce.
Y en esto no tiene nada que ver la mística política o el estupor, o la
ideología o lo que hemos interiorizado, desde nuestra óptica de
acomodados consumidores occidentales, como pobreza. Lo de La Habana es
una melancolía muy distinta a la que te queda cuando visitas La India;
una alegría también muy diferente. Creemos que este sentimiento es fruto
de la proximidad. Caminar por las calles de la capital de Cuba te
somete al esfuerzo de no caer en la ficción de que estás en casa. Como
sucede, por ejemplo, la primera vez que paseas por la Avenida de Mayo en
Buenos Aires
y tienes la impresión de que el avión se ha pegado once horas dando
vueltas para aterrizar otra vez de incógnito en algún aeropuerto
desconocido a un par de horas de Madrid . Porque La Habana tiene un mucho de Cádiz ; un poco de Las Palmas ; un bastante de sur y el Mediterráneo español en el Caribe.
Un deje que nos habla de un pasado esplendoroso pese a
los desconchones; la humedad; los socavones y las fachadas que anhelan
por una mano de pintura. Pese a eso, La Habana es hermosa y luminosa.
Una ciudad que se renueva y que aspira a recuperar ese viejo esplendor a
través de un ambicioso plan de restauración y apertura que está
facilitando mucho las cosas al viajero independiente. Más allá del
revoque de fachadas y la recuperación de edificios y empedrados, el casco histórico se ha convertido en un polo de desarrollo turístico
con la apertura de alojamientos privados, restaurantes, galerías de
arte y todo tipo de negocios. Afortunadamente, son los propios vecinos
de la zona los que están protagonizando esta revolución dentro de la
revolución. Una bendición para los que huyen de los resorts y los
amantes del turismo urbano.
Una ciudad que mira al mar a través de su afamado
Malecón, un interminable paseo de ocho kilómetros que une la
desembocadura del Río Almendares y el Castillo de San Salvador de la Punta (Horario:
LD 9.00 – 17.00), una de las dos fortalezas que defendían el canal que
da entrada a la Bahía de la Habana y que hoy alberga una impresionante exposición sobre la Flota de Indias, el servicio de conexión marítima entre España y La Habana durante la época colonial. Justo enfrente se alza la El Bastión de los Tres Reyes del Morro
(Horario: LD 10.00 – 18.00) con su famoso faro (hoy alberga un museo
naval). Las dos fortalezas, símbolo imponente del pasado español de la
isla, defendieron la entrada de la Bahía durante 400 años y son una
magnífica forma de iniciar la exploración de esta fantástica ciudad
(imperdible para los entusiastas de la historia como nosotros). La Lanchita de Casablanca
sale desde la nueva Terminal de Ferrys y conecta las dos orillas del
canal. Es un trayecto corto y a parte de ofrecer unas vistas
impresionantes sobre la ciudad vieja, es una oportunidad única de alternar con la población local, algo que, en Cuba, es impagable.
Explorando la Ciudad Vieja
Sumergirse en la cuadrícula de calles que forman La Habana vieja es
hacer un viaje al pasado. Esta parte de la capital, junto a su complejo
sistema de fortificaciones, fue declarado Patrimonio Mundial de la
Unesco en 1982 y apenas un par de minutos de paseo ponen de manifiesto
el increíble valor histórico de la vieja ciudadela habanera: aún con los
enormes problemas de conservación que hay, que no son pocos. Cuatro plazas articulan una trama urbana en la que se contabilizan más de mil edificios históricos . ¡Mas de mil! Una muestra de la importancia que tuvo esta ciudad para la América española durante cuatro siglos. Plaza de Armas; Plaza de la Catedral; Plaza Vieja y Plaza de San Francisco son los centros desde los que se organiza toda la trama urbana en la típica disposición en damero que alterna verdaderas joyas de la arquitectura colonial; palacios e iglesias barrocas y preciosos edificios Art Decó .
Hablar de todos y cada uno de los palacios,
conventos, viejas iglesias coloniales y fortalezas que se desparraman
por la Vieja Habana requeriría de mil artículos como éste. Entonces,
¿qué hay que ver? Cualquier lisado sería subjetivo. Una buena idea es
visitar primero el Museo Maqueta de La Habana Vieja (C/ Mercaderes, 114; Tel: (+537) 866 4425; Horario: LD 9.00 – 18.00) y echarle un vistazo de gigante a una espectacular reproducción del casco histórico realizada a escala
. Es una buena forma para ir identificando los lugares más importantes e
ir planificando el paseo. A dos pasos, a orillas de la bahía, se
encuentra el Castillo de la Real Fuerza
(C/ O’ Really, sn; Tel: (+53) 864 4490; Horario: LD 9.00 – 18.00), que
fue la primera residencia del gobernador y eje de la vida colonial de la
ciudad y el espectacular Palacio de los Palacios Generales (C/ Tacón, 1; Tel: (+53) 7869 7358; Horario: LD 9.30 – 18.00; E-mail: museologia@patrimonio.ohc.cu ), obra cumbre del barroco en América y hoy sede del Museo de Historia de la Ciudad.
Ponerse a hablar de museos y casonas sería tedioso e interminable. En el mapa te mostramos los más importantes (por ejemplo a nosotros nos encantó el de Arte Colonial
y nos defraudó el Arqueológico) y ya queda a tu elección dónde y cómo
ir. Eso sí, ve a las cuatro plazas y permítete el lujo de sentarte y
observar. Los entornos de las plazas se han beneficiado de un cuidadoso
trabajo de restauración que está devolviendo a la capital cubana ese
viejo esplendor que se perdió por años de abandono y malos cuidados. La Plaza Vieja es un verdadero placer y también una clase de arquitectura colonial. Y en la Plaza de la Catedral reina resplandeciente Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción
(Plaza de la Catedral, sn; Horario: LD 9.00 – 17.00) una maravilla del
barroco construida con piedra blanca del Golfo de México.
Después toca callejear sin dejar de pasar por las calles más populares y populosas del casco histórico: Obispo; Paseo del Prado; Mercaderes, el Callejón del Templete… Eso sí, cuidando de ir uniendo puntos los puntos de interés sin dejar de hacer las obligadas visitas al Floridita (C/ Obispo, 557) y a La Bodeguita del Medio
(C/ Empedrado al 200), quizás los bares más famosos del mundo. Si no te
importan las colas interminables y las aglomeraciones, aquí podrás
comprobar si el axioma de Hemingway es correcto: “El Daiquiri en el
Floridita y el Mojito en la Bodeguita”. O sentarse en el mítico Café del Oriente
(C/ Oficios, 112) una joya del Art Decó en la que se puede comer y
beber bien al ritmo de buen Jazz en directo. Otro buen lugar para comer
es Doña Eutimia
(C/ Callejón del Chorro, 60; Tel: (+53) 7861 1332) Fama bien ganada.
Especialidades tradicionales de la gastronomía cubana con una factura
superior a la media de la ciudad. Conviene reservar.
Ecos de la revolución en La Habana vieja
Los grandes hitos de la Revolución Cubana en la capital se encuentran en los barrios que se expanden más allá del Capitolio (Paseo
José Martí, 513) –con la Plaza de la Revolución como emblema-. Pero
dentro de los límites de las antiguas murallas –hoy desaparecidas- se
encuentran dos lugares que formarían parte de una hipotética ruta
revolucionaria (marcada en el mapa con estrellas rojas). Justo en frente
de la Estación Central de Ferrocarriles se encuentra la Casa Museo José Martí
(C/ Leonor Pérez, 314; Tel: (+53) 7861 3778), lugar en el que el padre
de la independencia cubana nació y vivió sus tres primeros años de vida.
Hoy atesora objetos y documentos del propio Martí y es, también, una
buena oportunidad para ver por dentro una casa colonial de clase
media-baja.
Otro imperdible en una visita primeriza a La Habana es el Museo de La Revolución
(Avda de Bélgica, sn; Tel: (+53) 7860 1524; Horario: LD 9.30 – 16.00)
situado en el antiguo Palacio Presidencial –ya sólo ver el edificio por
dentro es increíble- hace un recorrido histórico por los principales
hitos de la historia reciente de Cuba a través de sus personajes y
objetos de gran importancia histórica como el yate Granma,
el barco que trajo hasta Cuba a Fidel y el Che (junto a otros
revolucionarios) para iniciar la lucha armada en 1956. Al otro lado de
la bahía se encuentra la Cabaña del Che
(C/ Arret de los Cocos, sn –junto al Castillo de San Carlos-) primer
lugar de residencia del mítico guerrillero argentino tras la toma de La
Habana y en la que se ha habilitado un pequeño museo. Ideal para
mitómanos y fanáticos de la historia.
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