OPINIÓN
Un Bergoglio ficticio
El guionista y coautor de la serie “Llámenme Francisco” admitió que no todos los hechos que se narran son ciertos ya que se trata de una obra de ficción (según el mataburros de los académicos españoles una invención, cosa fingida), y que como provincial de los jesuitas Jorge Bergoglio colaboró con la dictadura menos que otros jerarcas católicos.
En un reportaje concedido a la agencia Paco Urondo, Martín Salinas respondió de ese modo a una pregunta sobre mi nota “La mala conciencia del pontífice”, en la que señalé la falsificación de hechos reales en la serie producida por la plataforma Netflix. También explicó que la tergiversación se debe a simpatía política por las posiciones que el ex provincial jesuita Jorge Bergoglio asumió al transfigurarse en papa Francisco.
APU: ¿Leyó el artículo del periodista Horacio Verbitsky en PáginaI12 sobre la serie?
MS: Sí, yo valoro el asunto desde otro lugar. Esto es ficción. No es la primera vez que me toca ficcionalizar una vida. Pienso que el personaje que quisimos contar es una mezcla del verdadero Bergoglio con un Bergoglio que es muy importante en la actualidad, por lo que representa políticamente. Cuando construís eso estás adoptando una posición política que no tiene que ver con la cosa chiquita o personal de si tengo razón o no la tengo, o si él fue malo o no fue malo. Bergoglio canaliza hoy la energía de todo un continente. Tuvimos la posibilidad de reforzar la parte que nos pareció importante. Francisco es un compañero de ruta, está enfrentado a muchas cosas a las que nos enfrentamos muchos de nosotros. Estamos contando sobre un tipo que tiene contradicciones. Respeto que Verbitsky diga lo que diga.
APU: Si leo entrelíneas lo que me está diciendo, usted podría aceptar algunos planteos de Verbitsky. Pero se privilegió en la serie una mirada determinada sobre el personaje, a partir del rol que hoy cumple Francisco.
MS: No se trata de aceptar o no aceptar. Lo importante es que hay un ser humano que tiene que tomar decisiones en un momento determinado. No puedo contar todo. Elegimos algunas cosas sobre otras. No creo que haya colaborado con los militares en la medida en que lo hicieron otros. No voy a entrar en polémicas porque respeto a Verbitsky como periodista.
Salinas afirma que Bergoglio “ayudó a mucha gente, pero por supuesto la Iglesia que integró se calló sobre los 30 mil desaparecidos. De eso no cabe ninguna duda. No es invento chino que él ayudó a mucha gente. La película cuenta también que el personaje ni nadie de la iglesia abren la boca sobre los desaparecidos”.
Es decir que el guionista de la serie no niega que:
- la jefa del verdadero Bergoglio en un laboratorio químico, Esther Balestrino de Careaga, no era una comunista atea sino una militante del Partido Febrerista paraguayo, una organización de centro izquierda afiliada a la mansa internacional socialista.
- los tres seminaristas riojanos protegidos por Bergoglio a pedido de su obispo Enrique Angelelli (y no una docena como muestra la serie) siguieron sus estudios en el colegio jesuita de San Miguel durante el gobierno peronista (del que Bergoglio fue colaborador a través de su amigo el coronel Vicente Damasco) y no bajo la dictadura.
- la brutal irrupción de un pelotón militar en el Colegio Máximo, que revisa habitación por habitación armas en mano, derriba puertas y golpea a mansalva a quienes se cruzan en su camino, nunca se produjo. Lejos de correr esos riesgos, Bergoglio permitía que los militares almorzaran en el comedor del Colegio, de donde salió la patota que secuestró al médico y militante Lorenzo Riquelme.
- el sacerdote Miguel González, que hacía trucos de magia y colaboraba con los militares, no hubiera podido desempeñarse sin autorización de Bergoglio como capellán de las unidades del ejército en Campo de Mayo, donde fue denunciado por participar en sesiones de tortura.
- el rol de Bergoglio en el secuestro de los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics fue tratado con extrema benevolencia, mediante la alteración cronológica de los hechos. (En una escena, Jalics presenta en la villa del Bajo Flores a Yorio y el Provincial, cuando ambos se conocían desde los tiempos en que Yorio era profesor de Bergoglio, quien aún no se había ordenado como sacerdote. Los amigos de Yorio creen que además de las razones políticas también influyeron en lo sucedido los celos del joven provincial por su ex profesor, que a diferencia de Bergoglio era un teólogo reconocido. En otra toma, Bergoglio les explica el riesgo que corren en la villa y les advierte que el arzobispo de Buenos Aires Juan Aramburu podría quitarles la licencia para decir misa. Yorio explicó hasta el cansancio antes de morir en el año 2000 que Aramburu pudo quitarles las licencias porque antes Bergoglio los separó de la Compañía de Jesús).
- la relación de Bergoglio con el jefe de la Marina e integrante de la junta Militar, Emilio Massera, no fue como muestra la serie. La ceremonia en la cual la Universidad del Salvador le otorga un profesorado honoris causa ocurrió trece meses después de la liberación de ambos sacerdotes, no antes como muestra la serie, que incluso imagina la negociación en la que Massera sonríe complacido ante la sugerencia de un emisario de Bergoglio.
Por último, un descargo personal: yo también coincido con algunas definiciones conceptuales del Papa pero no admito el blanqueo retrospectivo ni me parece saludable que la política argentina gire en torno de la retrógrada institución eclesiástica y el peregrinaje al Vaticano. A la luz de la conducta previa de Bergoglio me permito dudar de la sinceridad de Francisco y también me pregunto si hay algo más que gestos dirigidos a recuperar alguna credibilidad para la monarquía confesional que conduce, de nefasto rol en nuestra historia.
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