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Vicenç Navarro
Existe hoy una epidemia que está afectando a la salud y calidad
de vida de la ciudadanía de un gran número de países a los dos lados del
Atlántico Norte (incluida España). Esta epidemia es la epidemia de la
obesidad y el sobrepeso. Obesidad es el término que define la condición
de una persona que pesa un 30% por encima del peso que una persona
debería tener según su altura y otras dimensiones de su cuerpo. Si su
peso es inferior a este 30% pero mayor que el peso normal, entonces se
dice que la persona tiene sobrepeso.
Esta epidemia de obesidad comenzó hace treinta años en la mayoría de
países que actualmente la sufren. Así, en EEUU, la obesidad entre las
personas de 20 a 74 años fue aumentando lentamente después de los años
60, pasando de un 14% en 1960 a un 18% de la población en 1980. Subió,
sin embargo, a partir de 1980 siguiendo una progresión geométrica, es
decir, de una manera mucho más acentuada, alcanzando el 35% en el año
2003, mientras que el porcentaje de personas con sobrepeso (que incluye a los obesos) pasó de un 48% en 1980 a un 68% en 2003.
Este incremento de la obesidad ha sido atribuido, por la mayoría de
medios de información (incluidos los científicos) a tres principales
causas: al deterioro de la dieta, a la falta de educación nutricional de
la población y a la falta de ejercicio físico. Se han escrito miles y
miles de artículos y libros sobre estos temas. Famosos cardiólogos con
famosos chefs, por ejemplo, han escrito libros elaborando platos
saludables, intentando influenciar en la dieta de la población y muy en
particular de los sectores adinerados que van a los restaurantes de los
famosos chefs.
Por otra parte, las autoridades públicas han realizado campañas
masivas de educación y concienciación popular, intentando mejorar la
cultura dietética de la población en general. También (aunque deberían
hacer más) estas autoridades públicas han regulado algunas bebidas (como
las azucaradas) y alimentos (como las grasas, cuya ingestión frecuente
crea la obesidad), desalentando su uso y consumo por parte de la
población. Estas medidas son necesarias e importantes. Pero la realidad
muestra que son insuficientes. A pesar de estas campañas, la obesidad
continúa creciendo, lo cual debería estimular una reflexión, no para
diluir la importancia y necesidad de lo que se está haciendo, sino para
expandir las áreas de intervención.
La olvidada o silenciada causa del incremento de la obesidad
Si miramos los datos sobre el crecimiento de la epidemia, podemos
comenzar a ver las causas de la obesidad (causas que no aparecen en los
medios, ni los científicos ni los de información general). En EEUU los
casos de personas con obesidad se dispararon en millones a partir de los
años ochenta. Debemos preguntarnos, pues, ¿qué ocurre en los años
ochenta en EEUU? Como bien señala Douglas Kihn en su artículo “The
Political Roots of American Obesity”, Truthout (4 de mayo de
2013), durante la década de los ochenta se llevan a cabo las políticas
públicas iniciadas por el Presidente Reagan, que crean una gran
inseguridad entre las clases populares. El darwinismo social que
caracteriza las políticas neoliberales, llevadas a cabo por la
administración Reagan, seguidas por las otras administraciones, crea una
enorme ansiedad e inseguridad. El Presidente Reagan inicia su mandato
con un ataque frontal a los sindicatos, dificultando la sindicalización
de la población trabajadora, obstaculizando el desempeño de su trabajo,
apoyando al mundo empresarial para que se deshiciera de ellos y de la
protección laboral que proveen. Como consecuencia de estas políticas,
solo el 7% de los trabajadores están afiliados (a pesar de que un 52% de
los trabajadores desearía afiliarse, sin que lo hagan como consecuencia
del miedo a las represalias empresariales). Resultado de ello es que
los salarios desciendan, la protección social disminuya y las
condiciones de trabajo se deterioren.
Esto implica que no solo la clase trabajadora pierde capacidad
adquisitiva, sino que su seguridad en el trabajo queda disminuida de una
manera muy acentuada. Como resultado, la inseguridad y la ansiedad
caracterizan la vida cotidiana de la clase trabajadora (llamada clase
media en EEUU), que es el eje de las clases populares. Miedo, temor,
inseguridad y ansiedad se transforman en el pan de cada día, aumentando a
medida que el nivel de cualificaciones y renta disponible disminuye.
Una consecuencia de esta realidad es el aumento del consumo de alcohol,
de drogas y del “fast food”, y con ello de la obesidad, generalizada en
los sectores de la clase trabajadora sin cualificaciones y en paro.
“Fast food” y bebidas azucaradas se convierten en alimentos casi
adictivos, que son baratos, fácilmente accesibles y activamente
promocionados.
Como bien ha dicho Adam Drewnowski, director del Nutritional Sciences
Program de la Universidad de Washington en Seattle, “la obesidad va a
empeorar, pues es el resultado tóxico de un ambiente económico que se
está deteriorando”. Dicho programa ha analizado el aumento del
diferencial de obesidad entre los distintos barrios urbanos, según la
clase social de los barrios. La obesidad está generalizada en los
sectores más vulnerables y menos protegidos de la sociedad, cosa que
también está ocurriendo en España (incluyendo Catalunya). La obesidad no
es un signo de opulencia, como solía ser, sino un síntoma de pobreza. Y
es ahí donde aquellas medidas citadas anteriormente son de limitada
relevancia.
No es de extrañar que las enfermedades que crecen más rápidamente
sean aquellas debidas a la ansiedad y al estrés, tales como la colitis,
la enfermedad de Crohn, la incontinencia urinaria, la impotencia sexual,
las úlceras gástricas y otras enfermedades gástricas, el colon
irritable, las enfermedades cardiovasculares y muchas otras. Este
crecimiento ha sido particularmente acentuado en aquellos sectores de la
población que se sienten más inseguros. Y puesto que EEUU es uno de los
países con mayor inseguridad, es también el país donde el incremento de
estas enfermedades (incluida la obesidad) ha sido mayor. En ningún otro
país en el Atlántico Norte la obesidad ha alcanzado unos niveles tan
elevados como en EEUU.
Esta inseguridad y ansiedad que experimentan las clases populares en
su vida cotidiana crea también una inseguridad institucional en las
estructuras de poder que desarrollan las medidas de represión para
prevenir cualquier amenaza al orden (en realidad desorden) que gobierna
el sistema económico-político. Desde 1980 a 2008, el número de personas
encarceladas en EEUU se ha quintuplicado, pasando de ser medio millón en
1980 a dos millones y medio en 2008. Una persona de cada 31 está bajo
el control del sistema penitenciario (bien en prisión o en libertad
vigilada). La inseguridad de las clases populares puede originar una
protesta generalizada que amenazaría a las estructuras de poder del
país, lo cual explica el aumento de la represión. Y esto es lo que está
pasando.
El caso de la epidemia de la obesidad y sobrepeso es un ejemplo claro
del original social y político en muchas condiciones patológicas y
enfermedades que intentan resolverse y curarse a base de cambios de
comportamientos individuales de las personas afectadas, lo cual es
necesario pero dramáticamente insuficiente. Para mejorar el bienestar y
la calidad de vida, se requieren cambios políticos, sociales y
económicos para ir estableciendo una sociedad que se centre en la
optimización del bienestar y calidad de vida de la ciudadanía, en lugar
de la acumulación del capital y concentración de la riqueza, que han
sido el objetivo y las consecuencias de las políticas neoliberales.
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