Cientos de páginas de Internet ofrecen paquetes vacacionales a España con cama hospitalaria incluida
Una buena y gratuita asistencia sanitaria es el último plato fuerte con el que se conoce en el mundo al cóctel turístico español. La globalización de la sanidad ha encontrado una ecuación perfecta: la combinación medicina y viaje de placer. Hay cientos de páginas en Internet para los pacientes internacionales que incluyen billetes de avión, alojamiento y un variado bufete de operaciones a la carta. España es pura jauja: prótesis de cadera, by pass coronario, intervenciones de cataratas… A precio de coste y con una recuperación en la costa, con sol y playa incluidos en el paquete. Son los turistas sanitarios de los que se quejaba Juan Carlos Rodríguez Ibarra y de los que se quejan algunas comunidades autónomas que tienen que atender a una población mucho mayor de la que realmente tienen censada en esas zonas, generándoles situaciones de déficit insostenibles, y no sólo asistencial, sino económico y de infraestructuras.
En el negocio del turismo médico pacientes hay a patadas. Desde que en Gran Bretaña las listas de espera se alargan hasta los tres años, son los ingleses los que más se están aficionando a convertir las vacaciones quirúrgicas en un turismo de masas, seguido de alemanes o belgas. Hay páginas donde les llegan a comparar cuánto dinero se ahorrarían si deciden operarse en España. Todos sacan provecho de la reglamentación europea que permite a los ciudadanos miembros del bloque recibir tratamiento médico en cualquier país de
Para los turistas que vienen a pasar unos días, provistos de la tarjeta Sanitaria Europea, la legislación europea supedita intervenciones quirúrgicas en dos condiciones: que respondan a una patología diagnosticada previamente y que cuenten con una autorización de su país. Pero hay quien utiliza artimañas para esquivar las normas: aprovechan una crisis aguda de una patología que padecen desde hace tiempo para ir a urgencias, donde son operados si es necesario. Es evidente que un paciente que entra por urgencias debe ser atendido –y el extranjero no es menos-, pero los complejos mecanismos de compensación propician ciertos desajustes. El problema llega cuando los costes no están actualizados o se pasa una factura por una determinada patología que no cubre su programa asistencial. Por ejemplo, Andalucía facturó el año pasado casi 24 millones de euros y recibió por este concepto, procedente del Fondo de Cohesión Sanitaria, poco más de 13 millones; el Servicio Valenciano de Salud debería percibir 7,5 millones de euros en concepto de atención sanitaria a turistas, pero sólo recaudó 4,8 y desde 2006 la deuda abulta 5,5 millones de euros. Baleares facturó 9,7 millones, 3,5 menos de la cantidad que debería haber cobrado.
Aunque aparentemente todo esté bajo control, hay dos factores que pesan negativamente sobre los intereses nacionales. Bruselas es quien paga a los países de
Jubilados europeos en España
A los gestores sanitarios no les preocupa tanto los 40 millones de visitantes que España recibe al año como los 8 ó 10 millones (no están cuantificados) que tienen más de 65 años y que son “consumidores socio-sanitarios”. Que, por ley de vida, tienen achaques. Y, casualmente, una parte de estos turistas mayores tienen una casa o un apartamento en la costa. Ahora, en lugar de pasar 15 días como un turista normal, prolongan su estancia hasta los seis meses. De esta forma, una persona de más de 65 años que pase la mitad de año en España se convierte un fiel consumidor de farmacias y centros de salud, “y para esta gente no está pensado el sistema de atención a extranjeros”.
Aunque desde los organismos públicos relacionados con
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