"No maté a Mafalda: dejé de dibujarla"
El genio del humor, que cumplió 80 años,
habló con Magdalena Ruiz Guiñazú sobre la vigencia del mundo que
evocaba Mafalda y reveló que Felipe es el personaje más autobiográfico
que ha creado.
Cómo no sentir afecto y admiración por un hombre que ha sido traducido a 26 idiomas (y que, en Argentina, vende 20 millones de ejemplares) cuando dice en voz muy queda: “Yo soy más de dibujar que de hablar…”? Su modestia le impide observar que sus dibujos son, de por sí, una conversación y a lo largo de una tarde de invierno en el departamento al que sonríe desde lo alto la máscara insignia de la Casa del Teatro, Quino explica: —Nunca tuve ayudantes. Siempre trabajé solo y… –aquí habla un poco para sí mismo como quien entreabre la puerta del tesoro. Te cuento que tengo un dibujo muy viejo que publiqué en “Rico Tipo” en el que se ve a gente en el cementerio corriendo detrás de un ataúd. El ataúd tiene cuatro ruedas y un motorcito y los amigos que van corriendo dicen: “Nunca quiso que lo ayudaran”… ¡Bueno, ese tipo soy yo! Nunca pude trabajar en equipo. Con el único que trabajé fue con el cubano Juan Padrón que hizo los cortos de Mafalda y también otras peliculitas mías con páginas de humor. A él lo ayudé digamos a hacer el argumento de esa peliculitas pero… nada más! Te repito que fue la única vez que trabajé con alguien en equipo. ¡Lo conocí y nos enamoramos muchísimo! Ahora hace mucho que no lo veo porque no ando por Cuba pero fui allí 9 veces y estuve trabajando con él todo el tiempo y lo pasamos muy bien…
Cómo no sentir afecto y admiración por un hombre que ha sido traducido a 26 idiomas (y que, en Argentina, vende 20 millones de ejemplares) cuando dice en voz muy queda: “Yo soy más de dibujar que de hablar…”? Su modestia le impide observar que sus dibujos son, de por sí, una conversación y a lo largo de una tarde de invierno en el departamento al que sonríe desde lo alto la máscara insignia de la Casa del Teatro, Quino explica: —Nunca tuve ayudantes. Siempre trabajé solo y… –aquí habla un poco para sí mismo como quien entreabre la puerta del tesoro. Te cuento que tengo un dibujo muy viejo que publiqué en “Rico Tipo” en el que se ve a gente en el cementerio corriendo detrás de un ataúd. El ataúd tiene cuatro ruedas y un motorcito y los amigos que van corriendo dicen: “Nunca quiso que lo ayudaran”… ¡Bueno, ese tipo soy yo! Nunca pude trabajar en equipo. Con el único que trabajé fue con el cubano Juan Padrón que hizo los cortos de Mafalda y también otras peliculitas mías con páginas de humor. A él lo ayudé digamos a hacer el argumento de esa peliculitas pero… nada más! Te repito que fue la única vez que trabajé con alguien en equipo. ¡Lo conocí y nos enamoramos muchísimo! Ahora hace mucho que no lo veo porque no ando por Cuba pero fui allí 9 veces y estuve trabajando con él todo el tiempo y lo pasamos muy bien…
—No sé si es una leyenda pero por ahí
corre la historia de una agencia de publicidad que te encargó un
personaje “con familia” para un producto comercial y que luego no lo
quiso. Ese producto era Mafalda y vos la dejaste en un cajón durante
varios años…
—Sí, sí, era para una campaña… Además en
esa agencia trabajaba Norman Briski. Pasó algo muy curioso: me avisó
Miguel Brascó que estaban buscando quién dibujara a una familia para
lanzar las heladeras Siam con la marca Mansfield. Entonces había que
buscar un nombre que tuviera la M, la F etc. Bueno, y ¡así salió
Mafalda! La idea era regalarle la tira a los periódicos como si fuera
una historieta “normal” en la que se usaban electrodomésticos de esta
marca. Los diarios entonces dijeron “¡Ah, no! ¡Esta publicidad la tienen
que pagar!”. Así es que nunca se hizo nada y a mí me quedaron esas 12
tiras de historieta. ¡Así empezó Mafalda!
—Entonces ¿qué hiciste?
—Como te conté fueron a dar a un cajón
hasta que un amigo, muy amigo, Julián Delgado (desaparecido durante la
dictadura) y que era director de “El Cronista Comercial” y de la revista
“Mercado”, me preguntó si, además de la página de humor que hacía para
“Mercado”, no tenía alguna otra cosa distinta. Y así fue que le di las
tiras que me habían quedado y ¡él comenzó a publicarlas en la primera
página del diario! No me dijo nada y yo me encontré, de pronto, con un
personaje que no conocía (diez o doce tiras no son suficientes para
conocerlo). Entonces, bueno, me puse a imaginar (ya que tenía que seguir
con esa historieta) cómo iba a ser el personaje. En aquel momento había
un movimiento feminista tan grande en todo el mundo que pensé: “¡esta
niña tiene que ser una protestona. Tiene que proponerse reivindicar los
derechos de “las chicas!” Y así empecé con ella. ¡Después nacieron
Manolito y toda esa gente! ¡El asunto era que las primeras tiras de
Mafalda eran hechas con el mecanismo en el que Mafalda leía el diario o
escuchaba un noticiero y entonces les preguntaba a sus padres por qué
había guerras y todos los desastres que hacemos los humanos! Hice otras
treinta o cuarenta tiras hasta que me cansé de esa rutina y pensé que
había que poner a alguna otra persona. Dibujé entonces primero a Felipe
que era lo contrario de Mafalda. Felipe fue la caricatura de otro amigo,
un periodista, Jorge Timossi. ¡Así fueron surgiendo todos porque me
cansaba tener sólo a dos protagonistas! Entonces puse a Susanita, a
Manolito y… ¡bueno, con personajes sacados de la vida real fui
avanzando… –se ríe quedamente– Manolito era el padre de Julián Delgado
que era panadero y no quería que su hijo fuera periodista! Un día
entonces Julián se peleó mucho con su padre y se vino a vivir a donde yo
vivía. Era en lo de una señora que alquilaba dos piezas en una casa muy
linda de Belgrano, frente a la casa de los Alsogaray… ¡en aquellos
tiempos María Julia era muy chiquitita y aún no se había puesto a
limpiar el Riachuelo!, termina en una carcajada.—Bueno… qué barbaridad…
–sigue recordando Quino– y luego añadí a Migue que era un sobrino mío
que hoy es flautista y tiene cuarenta y tantos años y toca con la
Sinfónica de Chile… y de la vida real, creo que no hay más…
—Los libros de Mafalda son diez ¿no?
—En la edición argentina, sí. En España, con una división un poco distinta son once…
—Pero cerraste la historia. ¡Qué lástima! Hubiéramos querido ver a Mafalda abuela o divorciada o enamorada… ¡qué sé yo!
Quino se ríe: —¡No! ¡No! Para mí es un dibujo. Hay gente que me dice “¡Cómo, un dibujo!, si nos ha acompañado tanto! Es una persona...” Pero para mí, no. Es sólo un dibujo como cualquier otro de los que hago en humor… Leí una vez un libro de Pirandello en el que decía que, una vez que uno crea un personaje después ¡la gente se lo apropia! Y hace con el personaje ¡lo que se le da la gana! Sí, ocurre eso con la gente. Se lo toman como… Te reitero: he oído mucho eso de “¿por qué mataste a Mafalda?” Y yo no me canso de contestar: “No la maté. ¡Dejé de dibujarla!”
—Pero cerraste la historia. ¡Qué lástima! Hubiéramos querido ver a Mafalda abuela o divorciada o enamorada… ¡qué sé yo!
Quino se ríe: —¡No! ¡No! Para mí es un dibujo. Hay gente que me dice “¡Cómo, un dibujo!, si nos ha acompañado tanto! Es una persona...” Pero para mí, no. Es sólo un dibujo como cualquier otro de los que hago en humor… Leí una vez un libro de Pirandello en el que decía que, una vez que uno crea un personaje después ¡la gente se lo apropia! Y hace con el personaje ¡lo que se le da la gana! Sí, ocurre eso con la gente. Se lo toman como… Te reitero: he oído mucho eso de “¿por qué mataste a Mafalda?” Y yo no me canso de contestar: “No la maté. ¡Dejé de dibujarla!”
—Lo notable es que el mundo se apropió de Mafalda –me equivoco– Tiene una mentalidad que encontrás ¡en todos lados!
—¡Pero, no! –protesta Quino– ¡Vas a Rusia y no la conoce nadie! ¡Vas a cualquier país africano y, tampoco! En lengua inglesa nunca anduvo demasiado bien. En un momento se publicó en Australia pero nada más. En los países de América latina, sí. En muchos es conocida. Lo mismo ocurre con los países más latinos de Europa: Grecia, Portugal, España, Italia… También es cierto que los sindicatos anarquistas franceses la han lanzado como volante de protesta. Las feministas italianas, muchísimo y, de vez en cuando, ¡la usan para protestar en algún país de América latina!
—¡Pero, no! –protesta Quino– ¡Vas a Rusia y no la conoce nadie! ¡Vas a cualquier país africano y, tampoco! En lengua inglesa nunca anduvo demasiado bien. En un momento se publicó en Australia pero nada más. En los países de América latina, sí. En muchos es conocida. Lo mismo ocurre con los países más latinos de Europa: Grecia, Portugal, España, Italia… También es cierto que los sindicatos anarquistas franceses la han lanzado como volante de protesta. Las feministas italianas, muchísimo y, de vez en cuando, ¡la usan para protestar en algún país de América latina!
—¿Países asiáticos no?
—Sí, está en China. En realidad, en
China primero la piratearon pero el editor era un inglés que publicaba
en China… ¡No es raro que un inglés sea pirata! –se ríe con ganas–.
Luego, se publica sin ser pirateada ¡pero ésos no pagan nada! ¡Tampoco
sé cuánto venderán! No creo que demasiado. Y luego en Japón se editó
alguna vez… Y te explico: que se haya editado en determinados países no
quiere decir que se publique porque en los estados nórdicos, por
ejemplo, se publicó en todos y anduvo bien en los periódicos pero no
como libro. Se vendió poquísimo. También hay una edición en lengua
gallega que tampoco se vendió nada. En la edición catalana ocurrió lo
mismo. Se sigue vendiendo pero muy poquito. ¡Bueno, yo nunca imaginé que
se podía transformar en un fenómeno tan extraño! ¡Bah, extraño, no.
Porque las cosas que yo decía ahí siguen sucediendo hoy exactamente
igual o peor! Por eso, cuando me preguntan a qué atribuyo el éxito de
este personaje yo creo que hay que atribuirlo ¡justamente a que esas
cosas siguen sucediendo! Mirá, Sabato me dijo una vez que los problemas
que yo trataba en esa tira eran simplemente los problemas humanos
siempre presentes en la historia del hombre: la relación entre padres e
hijos; la escuela; el trabajo; las broncas y los amores que uno se
agarra con los amigos… ¡Supongo que será por eso! Ahora, cuando los
chicos de hoy vean que en mi historieta no hay computadoras y esas cosas
creo que, dentro de poco, van a dejar de leerla! ¡En realidad son los
padres quienes los inducen a leerla!
—Sin embargo, en la Feria del Libro Infantil, los chicos no pararon de sacarse fotos con vos?
—Sí, es cierto. Ayer había mucho público infantil. La semana pasada, en cambio, en gran parte eran mayores.
—Quizás Mafalda es más un personaje para los padres que para los chicos…
—En el diario “El Mundo” se publicaba en
la página de los editoriales y no en la de las historietas. Siempre
fui…Mirá, también siempre me consideré un periodista que dibuja pero, en
realidad, muchas veces, ¡de humor no tengo nada! Soy medio trágico…
—Diría que, más bien, tenés un humor corrosivo… le tomás el pelo a medio mundo…
—Diría que, más bien, tenés un humor corrosivo… le tomás el pelo a medio mundo…
—Eso, sí –acepta Quino–. Bueno, lo he admirado a Gila. Los dibujantes españoles siempre me han atraído mucho.
—Pero, ahora, que ya la has matado a Mafalda ¿cómo es tu día?
Con serenidad, Quino explica su vida diaria:
—Estoy luchando con la vista. Tengo una cantidad de problemas en ese sentido. Por lo tanto me cuesta mucho dibujar. Estoy tratando de hacerlo pero hace ya cinco años que no dibujo nada… O sea que mi vida es… Leer, con bastante dificultad. Escuchar música y mirar libros de humor… Estoy leyendo ahora a Baremboim que me encanta como persona y como músico. Y también como político. Ha logrado algo que nadie había hecho: reunir a Palestina con Israel. Esa orquesta tiene todo un significado político. El que estaba por lograrlo era Rabin cuando lo mataron.
—Estoy luchando con la vista. Tengo una cantidad de problemas en ese sentido. Por lo tanto me cuesta mucho dibujar. Estoy tratando de hacerlo pero hace ya cinco años que no dibujo nada… O sea que mi vida es… Leer, con bastante dificultad. Escuchar música y mirar libros de humor… Estoy leyendo ahora a Baremboim que me encanta como persona y como músico. Y también como político. Ha logrado algo que nadie había hecho: reunir a Palestina con Israel. Esa orquesta tiene todo un significado político. El que estaba por lograrlo era Rabin cuando lo mataron.
Hay un breve silencio en el que llegan, lejanos, los rumores del tráfico en la avenida Santa Fe.
—Me gustaría volver a dibujar… –retoma
Quino–. Me he comprado una mina muy blanda que tiene la línea más oscura
y logro verla mejor. Pero mi problema fue siempre dibujar primero con
lápiz y luego pasar a tinta. Nunca fui capaz, como Fontanarrosa, que
agarraba la lapicera de tinta y dibujaba directamente! A mí siempre me
costó bastante dibujar. En las tiras de Mafalda yo copiaba de un
cuadrito al otro para que me salieran los personajes porque, ¡si no, no
era capaz de hacerlos iguales! –se ríe–.
—Modestamente no querés reconocer ahí tu genialidad. Pero sigamos con tu historia, Quino. ¿Cómo era tu casa cuando eras chico?
—En su aspecto era la típica casa romana partida al medio como han construido los italianos por todos lados. La mía, en Mendoza, era una casa estrecha, con zaguán. Una casa chorizo que en el fondo tenía un patio de tierra. Había allí múltiples hormigas. ¡De varias tribus! Y como vivíamos al lado de un aserradero ¡había lauchitas en la casa! Pero lauchitas de las bonitas, simpáticas. Las grises, muy chiquitas y con el hocico rosado. Yo jugaba mucho en ese patio. Jugaba solo. Mi hermano mayor me llevaba siete años y, el otro, cuatro. Por eso siempre jugué como un solitario. Nunca por ejemplo, en la calle, a la pelota, con otros chicos. Esas cosas que hacen los chicos ¿no?
—Modestamente no querés reconocer ahí tu genialidad. Pero sigamos con tu historia, Quino. ¿Cómo era tu casa cuando eras chico?
—En su aspecto era la típica casa romana partida al medio como han construido los italianos por todos lados. La mía, en Mendoza, era una casa estrecha, con zaguán. Una casa chorizo que en el fondo tenía un patio de tierra. Había allí múltiples hormigas. ¡De varias tribus! Y como vivíamos al lado de un aserradero ¡había lauchitas en la casa! Pero lauchitas de las bonitas, simpáticas. Las grises, muy chiquitas y con el hocico rosado. Yo jugaba mucho en ese patio. Jugaba solo. Mi hermano mayor me llevaba siete años y, el otro, cuatro. Por eso siempre jugué como un solitario. Nunca por ejemplo, en la calle, a la pelota, con otros chicos. Esas cosas que hacen los chicos ¿no?
—¿Pero tu papá y tu mamá dibujaban o pintaban?
—No. El que era de dibujar era mi tío
Joaquín con el que me crié bastante. Era dibujante y pintor acuarelista.
Trabajaba en el diario “Los Andes”. Hacía los avisos de los cines y
como trabajaba parte en el diario y parte en su casa, para mí se volvió
muy normal que alguien dibujara en su casa y que, luego, apareciera ese
dibujo ¡en el periódico! Cuando le dije que quería ser dibujante me dijo
que ¡no, que me iba a morir de hambre! Esas cosas que suelen decir los
padres de familia! Pero también me ayudaron muchísimo. Cuando me vine a
Buenos Aires mi hermano mayor me mantuvo hasta que yo empecé a publicar…
—Una familia en la que se quisieron mucho. Algo muy importante.
—Sí, sí. Eso sí. Y ahora que estuve en
Mendoza para mi cumpleaños fue toda la familia y el hermano que vive en
Chile, también. Muy lindo… fue muy lindo… –recuerda pensativo–. Y,
sí…Nos queremos mucho todos…
—Los que te conocemos poco o sólo a través de tu obra, pensamos que sos un hombre feliz, Quino. ¿No sé si es así?
—Tengo tendencia a amargarme. Desde
chiquito me amargaba ¡porque sabía que tenía que hacer el servicio
militar! En la escuela me amargaba durante las vacaciones pensando
¡cuándo iban a empezar las clases otra vez! ¡Mirá, lo de Felipe es
absolutamente autobiográfico. La timidez y amargarme con el colegio! Y
luego… sí, en el servicio militar salía los sábados de franco y el
domingo a la mañana ya estaba con un terrible mal humor de sólo pensar
que tenía que volver al cuartel. Así es que siempre he tenido esta
tendencia… ¡bah, el sentido trágico de la vida!
—Bueno, la vida “es” generalmente
trágica ¿no es cierto? Lo que pasa es que quizás hay gente que la sabe
mirar de una determinada manera…
—Claro. Sí, sí… Pero tampoco mi objetivo
fue hacer reír como Fontanarrosa que comentaba: “el mejor piropo es
decirme que se han reído muchísimo con mis libros”. Yo quise, en cambio,
hacer pensar más a la gente. Y siempre sentí como una tarea el que la
gente se diera cuenta de lo que eran la sociedad y la política.
—En las librerías de viejo aún se
encuentran los libros de chistes que publicó Lino Palacio con el
seudónimo de Flax acerca de la Segunda Guerra Mundial…
—Sí, el hacía los dibujos y el
texto…–Quino recuerda–. Por ser hijo de republicanos españoles yo le
tenía un poco de idea! Yo era bastante de izquierda y ¡me molestaba que
no le cayeran realmente mal Hitler y Mussolini! Por lo menos no los
criticaba demasiado. Pero tenía muchos otros personajes. Ramona, por
ejemplo. A mí me gustaba el Cocinero y su sombra. Era algo muy difícil
de hacer: todos los gags eran entre el cocinero y su sombra. Había un
litigio permanente entre ellos.
—Tuvo una muerte trágica…
—Espantosa… realmente atroz…
Recordamos el asesinato de Palacio y su esposa. Un episodio terrible. Pero también volvemos a una época en la que las revistas tenían una gran importancia.
Recordamos el asesinato de Palacio y su esposa. Un episodio terrible. Pero también volvemos a una época en la que las revistas tenían una gran importancia.
—En mi casa –explica Quino– se compraban
El Tony, Patoruzú, Rico Tipo y creo que el Tit-Bits. A mí me sorprendía
el hecho de que mi padre, que trabajaba en una tienda en Mendoza,
comprara todas esas revistas cuando para comprarse un traje tenía que
pedir un crédito a diez meses y buscar a un amigo que le diera la firma
etc. Siempre pensé entonces que, o las revistas eran muy baratas o la
ropa, ¡muy cara! Además era el único jefe de sección que no tenía coche,
¡por ejemplo! Siempre alquilamos casa. Nunca tuvimos una propia. Cuando
aparecía el dueño de casa y aumentaba el alquiler ¡era todo un
problema! Una preocupación que se repetía siempre.
—¿Y vos?
—Bueno, Alicia mi mujer es muy buena administradora, así es que apenas pudimos… Cuando nos casamos vivimos durante dos años en la pieza de servicio del departamento de sus padres y luego compramos un departamentito en San Telmo donde han puesto una figura de Mafalda en la esquina. Ahí vivimos siete años y luego nos mudamos a Almagro. Finalmente, vinimos para aquí…
Un departamento muy bien ubicado en el que la luz y el sol entran a raudales e iluminan los preciosos recuerdos que ellos han atesorado con un enorme buen gusto.
—Bueno, Alicia mi mujer es muy buena administradora, así es que apenas pudimos… Cuando nos casamos vivimos durante dos años en la pieza de servicio del departamento de sus padres y luego compramos un departamentito en San Telmo donde han puesto una figura de Mafalda en la esquina. Ahí vivimos siete años y luego nos mudamos a Almagro. Finalmente, vinimos para aquí…
Un departamento muy bien ubicado en el que la luz y el sol entran a raudales e iluminan los preciosos recuerdos que ellos han atesorado con un enorme buen gusto.
Seguimos recorriendo el fascinante mapa de vida de este hombre que creó a Mafalda.
—Para mí el ídolo era Divito!
–confiesa–. Mi máxima aspiración era ser su ayudante! Además de haber
creado “la chica Divito” (todo un estilo), era un playboy para la época!
Siempre tenía mujeres muy lindas. Como Amelia Bence, por ejemplo.
Además Divito era muy elegante. Era la época del pantalón-chaleco…
–recuerda risueño–. Yo lo quería muchísimo. El hacía los dibujos en
lápiz, yo los pasaba a tinta…
—¿Llegaste a ser su ayudante?
—No. Yo dibujaba muy mal pero las ideas
me gustaban realmente. Sufrí mucho cuando, después de cinco accidentes,
se terminó matando en Brasil al chocar con un camión…. –Quino se sumerge
en los recuerdos–. Fijate que, incluso, yo le había comprado un libro
de Sempé (el famoso dibujante francés) y él me dijo que se lo guardara
para cuando volviera de Brasil… “Me lo das cuando vuelva…” dijo. Me
quedé entonces con el libro, claro, y regalé el que ya tenía…
—¿Sempé era el dibujante extranjero que más te gustaba?
—No. También Bosc y Chaval. Excelentes.
Los conocí en Paris-Match cuando yo tenía 18 años. Fue ahí cuando me
dije: “Tengo que dibujar. Este es el camino a seguir.” Y así empecé.
Bosc y Chaval publicaban una página entera cada uno y aquí, entre
nosotros, dos dibujantes los siguieron pero, me parece, demasiado de
cerca. Te hablo de Basurto (que dibujaba exactamente igual que Chaval) y
luego Viuti que hacía lo mismo con Bosc. Pero, bueno… son cosas que
pasan!
—¿Y las tiras como “Hogar, dulce hogar” con el bueno de Dagwood como padre de familia?
—Sí, yo en Mendoza la leía siempre en
“Vosotras” que compraba mi tía. Era una historia muy buena. Además, como
mi tío era dibujante publicitario compraba muchas revistas
norteamericanas para documentarse. Siempre recuerdo las tapas del
“Saturday Evening Post” ¡que dibujaba Norman Rockwell! Creo que los
dibujantes norteamericanos me influenciaron mucho. En “Patoruzú” también
había gente talentosa como Domingo Masone (dibujaba Capicúa) y en
cuanto a dibujantes de historietas, digamos, más serias, está José Luis
Salinas. Por ejemplo hacía “Ednam, el corsario” con unos dibujos
estupendos. Aquí, en Argentina, ha habido dibujantes buenísimos. Yo lo
quería mucho a Oski. Fuimos muy amigos. Lo mismo con Landrú. Ibamos
mucho a Mar del Plata los fines de semana. Como tenía una Estanciera yo
aprovechaba para que me llevara. Durante toda la época de “Tía Vicenta”
la pasé muy bien con Landrú (Juan Carlos Colombres) y con Carlos del
Peral que era el vicedirector. Claro… ¡hasta que Onganía la cerró!
Carlos del Peral tambien hizo “Cuatro patas” que duró cuatro números ¡y
que también fue cerrada por Onganía! –se ríe quedamente–. ¡Qué
barbaridad! Las cosas que hemos visto en este país! Cuando, desde
Mendoza, llegué a Bs. Aires con mi carpetita debajo del brazo empecé a
recorrer redacciones y me decían “¡de política ¡nada!”; “de sexo
¡nada!”. Así es que me crié como dibujante aprendiendo a autocensurarme!
Muy feo. Trataba de hacer metáforas con algunas ideas…
—Bueno, hoy, en democracia, en el más alto nivel, se han referido a los dibujos de Menchi Sábat como “cuasi mafiosos”!
—Sí, me acuerdo. Qué barbaridad! Se está poniendo fea la cosa con la prensa. He visto una sola vez el programa de Lanata pero parece que entrevistó a una señora que tiene una panadería en Tucumán y después de eso le cayó la AFIP…
—Sí, me acuerdo. Qué barbaridad! Se está poniendo fea la cosa con la prensa. He visto una sola vez el programa de Lanata pero parece que entrevistó a una señora que tiene una panadería en Tucumán y después de eso le cayó la AFIP…
—Como al de la inmobiliaria por haber
hecho un informe que molestó a la Presidenta que ¡gentilmente le mandó
también la AFIP por cadena oficial!
—Qué cosa! –suspira Quino.
—Bueno, hay que estimularse con otras conductas. Por ejemplo veo sobre tu escritorio las “Obras poéticas” de Borges…
—Sí, me gusta muchísimo Borges. Como
todo lo que ha hecho. Es la primera vez que me regalan un libro de
poesía. Y me encanta. Eso de “…fue por este río que vinieron las naves a
fundarme la patria…” ¡me parece una maravilla! Te repito que todo lo de
él me parece una maravilla. Me gusta mucho leer. También Sabato,
también Cortázar. Y siento una gran admiración por Alfonsina Storni. Me
emociona muchísimo. También hemos sido muy amigos con María Elena Walsh.
–Quino se ríe silenciosamente:– Fuimos muy amigos hasta que… no sé qué
cosa dijo que me cayó mal. Se lo comenté y ¡no le gustó mucho! Pero,
bueno, yo la quería mucho.
—Y si, mágicamente, volvieras a ser chico ¿elegirías dibujar?
La respuesta es inmediata:—Sí. Nunca me
hubiera imaginado haciendo otra cosa. Bah… me hubiera gustado, sí, tocar
algún instrumento. El piano, por ejemplo. Me gusta mucho la música. Me
hubiera gustado… bueno, toqué la armónica cuando era chico… Te diré que
cuando la música es buena y está bien hecha, ¡me gusta todo! En cuanto
al folklore, aunque te parezca extraño, lo que más he escuchado es
música turca.
—¿Por qué?
—Mirá, por razones familiares también me
gusta el flamenco pero la música turca nunca repite la melodía cantada
sino que los instrumentos de la orquesta van haciendo variaciones sobre
el tema. Entonces, no te cansa nunca!
—Y, a propósito de cansancio ¿vos no creés que los jóvenes se han cansado un poco del humor?
—Sí, creo que ha desaparecido bastante. Cuando yo era chico había muchísimas películas humorísticas: el Gordo y el Flaco, Chaplin que era de llorar y reírse pero también estaban Danny Kaye, Red Skelton, Jacques Tati… y ese cine ha desaparecido completamente.
—También en Italia, Sordi y Gassman no han tenido herederos…
—Sí, creo que ha desaparecido bastante. Cuando yo era chico había muchísimas películas humorísticas: el Gordo y el Flaco, Chaplin que era de llorar y reírse pero también estaban Danny Kaye, Red Skelton, Jacques Tati… y ese cine ha desaparecido completamente.
—También en Italia, Sordi y Gassman no han tenido herederos…
—De acuerdo. Porque Benigni… no, no…
Bueno, me gustaba mucho cuando lo empecé a ver en Italia por televisión
pero, luego, las películas que ha hecho…Inclusive con “La vita é bella”
me chocó un poco que tomara un tema así en solfa… Después, la vi otra
vez y la cosa no me pareció tan grave… Y volviendo a la época del humor
fijate que aquí en radio, por ejemplo, estaban Codecá, Niní Marshall,
Sandrini, el Zorro, los Cinco Grandes del Buen Humor… había para elegir.
Desgraciadamente esto ha desaparecido.
Magdalena Ruiz Guiñazú
Magdalena Ruiz Guiñazú
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